Retorna el iberismo

El iberismo ha realizado una labor callada, aunque ha ilusionado a los mejores intelectuales portugueses y españoles

Reluce de tarde en tarde como una llamita tenue, modesta, que, por fortuna, se mantiene viva desde hace más de dos siglos, sin apenas apoyos institucionales y alimentada solo gracias a la voluntad y pasión de unos cuantos nombres, casi siempre gente de letras. Unos personajes que no se resignaron entonces, y no se resignan ahora, a que una raya artificial, pintada, cientos de años atrás, por la ambición de unas dinastías monárquicas o por malentendidos circunstanciales de la historia, separen a dos pueblos, el portugués y el español. Obligándolos a vivir de espaldas, sin mirarse, porque alguien, en un momento despótico, lo decidió así. Pero mientras gran parte de Europa intenta borrar las rayas separadoras que impusieron tantas guerras, en esta península, en mal día dividida, no se recuerda que hubo iberistas militantes a los que un sueño unitario, de rectificación, convirtió en adelantados del actual europeísmo. Porque el problema creado por aquella raya política, mantenida luego por anacrónicos nacionalismos, ha imposibilitado que se trasvasen ideas, cultura y complicidades entre dos pueblos que tuvieron muchos siglos de vida común, compartiendo una misma geografía.

El iberismo ha realizado una labor callada, aunque ha ilusionado a los mejores intelectuales portugueses del siglo XIX y parte del XX, y a una buena representación española. Con una acogida siempre minoritaria, dado que nunca se puso interés institucional alguno, por una u otra parte, en tender puentes fraternales que deshicieran prejuicios e incomprensiones. Pero, por fortuna, con una ilusión que prueba lo justificado de tanto empeño, cada poco tiempo alguien ofrece nuevos trabajos y testimonios y enciende la llamita del iberismo. Nunca ha muerto, pues, este deseo de recuperar el viejo abrazo peninsular. Hace unos años, en 2020, César Rina, daba buen ejemplo de ese retorno con un valioso libro, Imaginar Iberia. Tiempo, espacio y nación en el siglo XIX en España y Portugal (Comares), y, en estos días, acaba de publicarse otro, no menos válido, El nuevo Iberismo (Almuzara), coordinado por José Antonio González Alcantud y Pablo González Velasco, junto a ocho investigadores más, de procedencia portuguesa y española. Buen síntoma muestra esta estrecha colaboración. Ojalá anuncie que esta vez el iberismo retorna no solo encarnado en un libro sino como manifestación de un deseo necesario, compartido, de portugueses y españoles y, además, como un buen ejemplo que ayude a construir una Europa alejada de las rancias sombras de tanto egoísmo nacionalista.

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