Utopías posibles

Segregar desde la cuna

No niego la clara necesidad de adaptar ciertas cuestiones a alumnado con discapacidad

La Consejería aprobó la semana pasada las normas que desarrollan las enseñanzas de educación Infantil, Primaria, Secundaria Obligatoria y Bachillerato en Andalucía. Entre los miles de «copia y pega» de normativas anteriores y seguramente de otras normas se «coló» un apartado especialmente sangrante. A partir de ahora será posible adaptar el «nivel», los contenidos y las actividades… ¡¡¡en educación infantil!!! Es lo que técnicamente se conoce como «adaptaciones curriculares significativas». Con la supuesta buena intención de atender a la diversidad, tanto a los niños y niñas de necesidades educativas especiales, como (ATENCIÓN) a quienes tienen un desfase de más de dos cursos escolares, se les adaptará el nivel, de manera significativa. No niego la clara necesidad de adaptar ciertas cuestiones a alumnado con discapacidad (siempre que esta sea clara, clínica y con unos hándicaps determinados), pero… ¿cómo se determina que un niño o niña de tres, cuatro o cinco años tiene un desfase curricular de dos años?

En estas edades suele haber una gran diferencia entre quienes nacen a principios de año y quienes nacen al final. Si tu hijo o hija nació a partir de junio y entra a Infantil, ¡agárrate! Es posible que el centro lo etiquete y lo marque en el grupo de los que «no pueden» o «les cuesta». Tengamos en cuenta también que la etapa de infantil no es obligatoria. Entonces, ¿quiere esto decir que los chicos y chicas que no hayan cursado esta etapa tendrán ya adaptación nada más entrar, en primero de Primaria? ¿qué pasa con la pretendida «libertad» que tanto se cacarea desde la derecha? Si desde los tres, cuatro o cinco años marcamos a nuestros chicos y chicas como «torpes», «lentos» o «imposibles de seguir el ritmo de la clase», ya sabemos lo que pasará a medida que pasen los años: la distancia será cada vez mayor. Por último, hay un argumento más: sabemos en un altísimo porcentaje de qué estrato social, de qué barrios y qué tipo de familias procederá este alumnado (barrios marginales, minorías étnicas, inmigrantes…). Ya puestos, propongo clasificarles según el tipo de parto por el que nacieron, o mejor aún, según los hábitos y el nivel de los padres... o mejor aún, hagamos vallas y «adaptemos el nivel» en determinados barrios, no sea que se nos pegue algo malo a los demás. Eso sí, con la excusa de atenderles estupendamente, «por su bien», para que no se quejen.

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