Sócrates nació en La Chanca

Era muy dado a inmiscuirse donde no le llamaban hasta que le apodaron el tábano

Ttras el descubrimiento hecho por mi amigo Pablo Torres del verdadero origen de Sócrates en una calle de La Chanca me quedé un tanto sobrecogido, sobre todo cuando apareció al poco tiempo que Platón, su discípulo, también había surgido del Barrio Alto y que este se había desplazado a La Chanca en su adolescencia para obtener las enseñanzas del maestro. La noticia me dejó un poco estupefacto sobre todo por un pasaje recogido en las crónicas del momento que efectivamente recogían el nacimiento de Sócrates en una palangana de barro una tarde de domingo entre los cánticos característicos que se asocian a una guitarra y al flamenco. Según consta en los documentos históricos la vida de Sócrates entonces fue bastante polémica. Era muy dado a inmiscuirse donde no le llamaban hasta que le apodaron el tábano por su afición a provocar a la gente contra el ayuntamiento. Incluso en una ocasión, cuentan por ahí, Sócrates y Platón, tuvieron una conservación subida de tono a cerca de una plantación de marihuana que tenía el maestro. Sucedió cerca de pescadería una tarde de feria y ese dia pasó a la historia porque le costó una condena a muerte. Le decía Sócrates que la filosofía en Almería era como los días de lluvia. Surgía tan pocas veces que cuando alumbraba el feliz acontecimiento se reservaba como las migas y debía acompañarse con algún estupefaciente. Pero Platón se negaba a algo semejante. Por eso el maestro le decía con ironía que si alguna vez iba a escribir sobre él que dijera la verdad aunque sabía que este haría lo que le saliera del nardo. Su discípulo ofrecía una mueca zuda en esos momentos sabiendo que la marihuana no era un camino a la virtud y que nunca podría ensuciar la imagen de su maestro. No obstante Sócrates sabía que su discípulo, a pesar de todo, era el más indicado para dibujar su figura aunque fuese una figura redibujada o inventada. Una de las cosas buenas de nacer en La Chanca era la humildad. Si su vida reinventada iba a servir para que las personas pensaran por sí mismas y supieran oponerse al poder municipal se daba por satisfecho. A la vista de lo dicho en la conversación Platón le dijo: no se preocupe usted maestro que si alguna vez escribo algo le dejaré en buen lugar. Al decir esto ambos se sentaron en el puerto y se pusieron a cantar una seguidilla. Entonces llego la policía local. Sócrates sabía que era el final.

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