Entre los muchos ataques que sufrieron los moriscos expulsados, algo que culmino con la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos; al hilo de lo dicho, tras la conquista, no solo, no se respetaron las promesas que se les había ofrecido sobre sus vidas y haciendas, sino que fueron objeto de múltiples atropellos; siendo uno de los episodios más dramáticos que se llevaron a cabo el enclave de Inox, próximo a la villa de Nijar, donde se realizó la fortificación de un peñón por parte del morisco Francisco López, aguacil de Tabernas, con el objetivo de amparar y dar refugio a todas aquellas familias que huían de la codicia cristiana, y que en su deambular se dirigían hasta el puerto de Carboneras con el objetivo de ser conducidos por naves que capitaneaban los monfíes que venían de Oran, para transpórtales al país de Tremecen; de estas aventuras, Ginés Pérez de Hita, nos cuenta que el Tuzani era un morisco natural de Fines, enrolado en las tropas reales de D. Juan de Austria, con el objetivo de encontrar al soldado cristiano que dio muerte a su novia, que por cierto era hija de Jeronimo el Maleh de Purchena; una vez enterado quien mato a su novia, y reconocer que era su mejor amigo, al que había salvado la vida en numerosas ocasiones, lo reto y mato en duelo, tras este suceso y siendo sometido a juicio, fue defendido por Lope de Figueroa; el Tuzani acabó sus días residiendo en el pueblo murciano de Cehegin; este hecho fue recogido en la obra "Amar después de la muerte o el Tuzani de la Alpujarra" de Calderón de la Barca. El otro episodio, digno de mención, ocurrió en el paraje del Zorzo, entre Cuevas y Vera, y dio lugar a la leyenda de Pandorga; todo ocurrió cuando un grupo de jinetes cristianos que levantaban su campamento diviso una columna de humo, ante el hecho y con ganas de satisfacer su curiosidad se dirigieron a ese lugar llegando antes del atardecer, y no con muy buenas intenciones, vitoreaban el nombre de Francisco de Córdoba, que lo califico como asalto de la Cabalgata de Inox. Una vez sitiado el objetivo, fueron invitados por aquel grupo de hombres y mujeres, disfrutando de la música de tamboriles y pandorgas en honor a la Candelaria; presintiendo las malas intenciones de estos soldados, y estos viéndose descubiertos, iniciaron todo una ritual muerte, pegándole fuego a lo que encontraban y acabando con la vida de aquellas pobres gentes; quedando constancia de este episodio por una muchacha que empuñaba una pandorga y cantaba una melodía mágica que la envolvió en una llama azul, desapareciendo sin dejar rastro.

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