Vademécum del pésimo jefe

Aquí van una serie de consejos que le facilitarán la ignominiosa tarea de quemar a su gente

Ocasionalmente sacamos al mercado un decálogo de malas prácticas. El primer lanzamiento fue un “Manual del perfecto indeseable”. Convertido al poco tiempo en betseller, nos animamos a una segunda parte publicando la “Guía para triunfar cobardemente”. Como ven, título y contenido orientan a aquellos que se esfuerzan cada día en ser un poco más ruines. Pues hoy, siguiendo la estela de aquellas pestilentes publicaciones, tenemos el disgusto de presentar este compendio.

Bien sea porque es un perfecto inútil o porque es mala persona (también existe gente con ambas cualidades) hay jefes, directores o coordinadores cuya principal misión es desperdiciar el talento humano que hay su alrededor y quemarlo hasta reducirlo a cenizas. El Burnout de los anglosajones, vamos. A estas criaturas se les ve por igual en empresas grandes y pequeñas, públicas y privadas. Ningún sector o estamento se priva de tener entre sus filas a este tipo de anti líderes. Suelen llegar señalados por el dedo de otro divino personaje que les coloca por razones diversas. Si fuera por mérito propio jamás habrían alcanzado un puesto así, claro. Ser “de la cuerda” encabeza el ranking de criterios para colocarse en el rol de líder desastroso.

Bien, si es usted uno de esos incapaces o aspira a convertirse en tal aquí van una serie de consejos que le facilitarán la ignominiosa tarea de quemar a su gente.

En primer lugar es importante mostrar un claro favoritismo hacia algunos empleados. Los elegidos deben ser, por supuesto, los que le rían las gracias, le aplaudan en público y con los que salga de fiesta. Identifique subalternos buenos en su trabajo pero que no sean de su “rollo”. Esos serán los objetivos a abatir; hay que aburrirlos como sea. En segundo lugar es esencial que nunca se muestre reconocimiento al trabajo bien hecho. Al de los buenos claro, a los palmeros siempre hay que darles lo que pidan. Y siguiendo esta línea ofrezca oportunidades de desarrollo profesional sólo a los suyos. Ese empleado que siempre se ha comprometido con su trabajo está a punto de largarse

El ingrediente final será proporcionar una pizca de inseguridad. Que algunos no tengan nunca la certeza de que pueden continuar desempeñando la labor o el puesto que tanto les gustaba.

¡Jefes penosos del mundo! Ya ven con qué poquito esfuerzo se van a cepillar al trabajador honesto. Carguen su lanzallamas, apunten y ¡fuego!

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