Vuelve Pepa

Hablando de ópera y latín poco tenía que hacer con los competidores dados al circo político

Alos sábados y domingos de los radioyentes de mesa de camilla y café con leche. Radioyentes fúnebres que no entendieron muy bien que hacía Pepa en el enjambre de grillos de la radio matinal durante la semana. Hablando de ópera y latín poco tenía que hacer con los competidores dados al circo político y a la estructura fija de radio de mañanas ponzoñosa. Como hacer que la competencia se hunda, primero homilía, luego tertulianismo y más tarde la radio chorradiana pueblo. RN1 tarda un año en darse cuenta del equívoco monumental, de la probeta infecta de ensayos destinados al fracaso, siendo Pepa la reina de los fines de semana, qué amargos sinsabores le habrá producido verse inmersa en ese sucio experimento de mentes polvorientas que ha sido llevarla a los programas de la mañana durante la semana. Porque un programa a la vez fresco y vetusto iba al pelo a las mañanas de radio de los sábados y domingos, con una parrilla de colaboradores que ya ha decrecido, se fue Iñigo, rey de reyes, pero todavía, y lo he podido comprobar, hay restos de lo que fue. Alguna cabeza pensante que ve como Radio Nacional se hunde entre radios furiosas no se le ocurrió otra cosa que convertir No es un día cualquiera en Es un día cualquiera. Anodino, politiqueril, pastueño, rebozado de tertulianos gritones. Y dejó el aire fresco que airea en los fines de semana las vastas estancias infectadas de moho e insectos por el ambiente campal de la semana en manos de un anónimo que campurreaba los invitados estando de acuerdo con todo y exhalando consignas buenistas. Sin claves pepistas ni tosedores de fama, ni benjamines de la industria de la radio que empezaron antes de los beatles, sin latinistas ni zarzuela, embozando a matemáticos festivos de lustre famosil y entrevistando a todos los recíprocos que les bailan el agua. Y creo que voy a estar echando de menos todo, no solo el Íñigo, si no el naturalista insigne que me defraudó y mucho al oírlo en persona, poniendo su teología de la naturaleza como torquemada inquisidor de quien no la practique. Radioyentes, radioescuchantes, concursantes, hacedores de fortunys. Mientras, la muchedumbre se arremolina en torno a los realitys televiseros, el mundo de la estulticia tertuliana o los miles de canales futbolianos. Decrecen pues los escasos lectores de periódicos y radioyentes, se diluyen los madrugadores de dial, triunfa las mass media mediocritas.

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