
La mirada zurda
Antonio Guerrero
Vacaciones, ¿descanso o pérdida de tiempo?
Opinión
Votan mayoritariamente al PNV y Bildu, pero muy pocos (las encuestas hablan de un 20 por ciento y bajando) se quieren independizar. Y es que los vascos no son, mayoritariamente, estúpidos, y saben que como mejor se vive es en la plena y continua reivindicación de la república vasca frente al estado español opresor, para conseguir cuantos más beneficios, mejor. Claro que si usted empieza a preguntarse quién oprime a quién, o a cuánto asciende (más bien desciende) el llamado cupo que pagan por los servicios que el Estado les presta, le llamarán fascista (como poco), así que no se pregunte nada y soporte las invectivas que, de vez en cuando, lanzan algunos de sus líderes políticos, sobre todo en campañas electorales y fiestas de guardar, como en el Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca) que se celebra cada Domingo de Resurrección. Este año, la muerte al día siguiente del Papa Francisco eclipsó, vaya por Dios, los ecos de dicha fiesta, y no pudimos recrearnos con las filípicas que soltaron Aitor Esteban (que se estrenaba al frente del PNV), el lehendakari Imanol Pradales o los de Bildu. Por lo que gritan y por la intensidad de esos gritos, a veces esa fiesta tendría que llamarse el Akelarre Eguna, que hasta un señor tan educado y tranquilo como Pradales se altera bastante (se enfurece de 0 a 100 en 3 segundos y medio) y vocifera cosas como “¡Nos tendrán enfrente y de frente!” (bueno, hombre, cálmese). Pero fue el señor Esteban el que este Eguna estuvo sembrao. Tras manifestar que “llevamos (los del PNV) 130 años caminando hacia adelante” (¡y los que nos quedan!), dijo que “no sé si mi sucesor se apellidará Agirregomezkorta, Martínez o García, o puede que Hassan (…) o Popescu, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que su única patria será Euskadi”. Sí, conforme está la natalidad autóctona, todo apunta a que será un Popescu o un Hassan, así que vayan enseñándoles a bailar el aurresku, qué menos, y a inculcarles un poquito de odio hacia el estado opresor (lo del RH negativo, que decía Arzalluz, ya habrá alguna forma de solucionarlo). El problema vendrá si alguno de esos nuevos vascos se queda un día en el paro y emigra, pongamos por caso, a Cataluña (¡Ahivalahostia, Hassan, que te ha salido un curro en Sabadell!); su única patria tendrá que ser entonces la catalana, qué lío, y encima le exijarán el nivel B1 de catalán. ¡Cómo envidiará entonces a su primo Yasir, que eligió Francia y no España para buscarse la vida!
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