Un relato woke de la extrema izquierda
Almas y demonios
Sobre los diferentes tipos de demonios, Miguel Psellos, ya en el siglo XI, expuso en su obra “Peri energeías daimónôn” (Sobre la actividad de los demonios), que “hay seis clases de demonios: ígneo, aéreo, terrestre, acuático y marino, subterráneo y lucífugo”. Santiago de la Vorágine, en el siglo XIII, recoge en su obra “Legenda áurea” numerosas historias, comentando en “De commemoratione mortuorum”, relatos de apariciones en la fiesta de los muertos, según estudios de Lecouteux.
Cesáreo de Heisterbach publicó en su, “Dialogus Milaculorum” (1223), la historia “Del lego que vio entrar en el coro al fantasma del demonio”.
Alfonso de Espina, en 1458, habló en su libro “Liber quintus et ultimus: De bello demonum”, sobre el universo demoníaco.
A pesar del celo doctrinal de la Inquisición, Fray Martín de Castañega, escribió en 1529 “Tratado de supersticiones y hechicerías y varios conjuros y abusiones y de la posibilidad y remedio dellas”, exponiendo que las almas atormentadas pueden poseer el cuerpo de los vivos. Similares historias recogían Ludwig Lavater, en su libro “Trois libres des apparitions des esprits, fantomes prodiges et accidens merveilleux qui precedent souventes fois la mort”, 1571, y Fra Nöel Taillepied, en su obra “ Traite de l’Apparition des Esprits “, publicada en 1602.
Martín del Río recogerá en sus obras la creencia medieval sobre la relación de los aparecidos con el mundo diabólico. Explicando que “Los demonios son entes integrados en el mundo, y lo que hay que distinguir, entonces, es la magia buena o blanca (teurgia) y la mala o negra (goecia), según la clase de demonios buenos o malos que intervengan” (1991). Aunque también decía que “Las almas de los muertos pueden y suelen en ocasiones aparecerse a los vivos, por el poder y virtud de Dios.”
Con anterioridad a la Edad Media, los espíritus aparecidos eran interpretados de forma diferente. Para Platón, y seguidores, eran entes mediadores entre el Uno y el cosmos creado. Aristóteles los definía como esferas celestes. Más allá del mundo clásico, el mazdeísmo los consideraba seres luminosos, al igual que los “oráculos caldeos” y gnósticos.
Según lo anterior, se diferencia almas aparecidas y ángeles, estos últimos autónomos y plenos.
En las almas aparecidas, se distinguen las que han conseguido la paz, y las que vagan buscando lo que se les debe o falta, siendo éstas con las que conectan los nigromantes.
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