El año que nos viene

La ciudadanía no es tonta y eso siguen sin entenderlo nuestros líderes. Somos consciente de lo que pasa

Se nos va o se va -depende de cómo lo miremos- un año frenético. Y como resumen podríamos decir, sin caer en dogmatismos y demagogias, que este año se ha reafirmado la expansión de la extrema derecha en el mundo.

Hemos visto cómo se han agitado las alertas antifascistas, como si de una performance fuese. Pero lo que hecho de menos es la auto-crítica. El analizar aquellos factores que han provocado que las políticas de izquierdas y la social democracia, en general, hayan fracasado. Se ha perdido en las acciones sociales, se ha fallado al alma y a la cercanía de la ciudadanía, se ha denostado las necesidades reales de los ciudadanos -sanidad, educación, cultura, sociedad, comunidad, colectivos-, por otras prioridades, importantes, pero no tan urgentes. Y, sobre todo, que todas aquellas acciones que se han realizado para comprar o satisfacer el voto del pueblo han ido dirigidas para implantar más subsidios y más ayudas -la misericordia atea- y a realizar políticas que no resuelven los problemas reales de los ciudadanos.

A todo esto hay que sumarle la putrefacción del alma de los partidos, de cómo se han olvidado de alimentar la sensibilidad de sus votantes -predicando con el ejemplo y no solo con la palabra-. La ciudadanía no es tonta y eso siguen sin entenderlo nuestros líderes. Somos consciente de lo que pasa. Y aunque nos intenten vender la realidad, la verdad está ahí afuera, solo hay que querer tocarla. La corrupción, la pérdida de valores, la mentira, la manipulación, las acciones de efecto y el no hacer auto-crítica es lo que nos ha llevado a que de la noche a la mañana, gente de bien, honrada y humilde, vote desesperada. Porque se pensaba que el tándem rojos y azules, nos iba a durar toda la vida hasta que irrumpieron en la escena electoral partidos, tan legítimos y legales, como lo permite la Constitución y el marco legal y jurídico que de ella emana, que no se esperaban.

Espero que para este 2019 alguien tenga la sensatez de hacer juicio crítico, no mirarse el ombligo y que se empiece a darnos visos de que se puede enmendar esta situación que ellos mismos han provocado. Que no le echen la culpa al pobre jornalero o proletario que está harto de que le tomen el pelo, le roben y que le mientan. Que no venga nadie a decirnos a quién tenemos que votar, cuando a las primeras de cambio nos traicionan y nos dejan con los pantalones bajados.

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