El 6 de diciembre de 1978 era una fecha señalada en el calendario de veinticinco millones de españoles. Unos españoles que debían ratificar con su voto en las urnas el proyecto de Carta Magna que había emanado de las Cortes Generales. El Congreso y el Senado ya habían hablado; ahora era el turno de la ciudadanía. Fue un día histórico para nuestro país porque en el horizonte se vislumbraba la perspectiva de que España contara, por primera vez, con una Constitución refrendada directamente por el pueblo. Y así fue. La Carta Magna fue aprobada por el 88 por ciento de los votos a favor. Quince millones de españoles dijeron “sí” a la Constitución.

No voy a entrar “al fango” de estas semanas que nos han precedido. Me entristece profundamente haber leído, escuchado y visto en imágenes que suenan más a la España en blanco y negro que al país moderno y próspero en el que vivimos. La Constitución a la que hoy rendimos homenaje ha dibujado una España mejor: solidaria, emprendedora, igualitaria, más abierta y más justa. Todo por lo que se concibió: desde el diálogo, el consenso y la palabra.

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