Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Las artes son la invención más bella de la Humanidad. Siete ámbitos de creación imprescindibles para transitar por la vida y afrontar la muerte. Tradicionalmente las Bellas Artes son: arquitectura, escultura, pintura, literatura, música, danza y cine. De hecho en el imaginario colectivo universal compartimos la idea de adjetivar el sustantivo arte, para calificar con mayor énfasis del conocimiento, habilidades y pericia de aquello a lo que nos referimos. Incluidos el poder, la política y la guerra. Por ejemplo, uno de los tratados más difundidos es El arte de la guerra del general chino Sun Tzu (alrededor del año 500 a.C.) Además de un libro de estrategia militar es una obra filosófica. Nos presenta dos ideas principales. La habilidad en la guerra se basa en el engaño. La suprema pericia bélica es someter al enemigo sin luchar en el campo de batalla. Viajemos a la Antigua Grecia. Las nueve Musas de la mitología griega son deidades femeninas que encarnan las diferentes disciplinas del conocimiento y la creatividad: Calíope, poesía épica y retórica. Clío, musa de la historia. Erato, poesía amorosa y la lírica. Euterpe, música y poesía lírica. Melpómene, la tragedia. Polimnia, musa de los cantos sagrados y la elocuencia. Talía, la comedía y la poesía bucólica. Terpsícore, la danza. Urania, musa de la astronomía, la poesía didáctica y el amor universal. Eran hijas de Zeus y la titánide Mnemosine, cuyos padres eran los titanes Urano (cielo) y Gea (tierra) Mnemosine es la personificación de la memoria. Recordar, ampliar, conservar y transmitir el conocimiento humano. Porque la vida es siempre un reto lleno de complejidad que necesita cuestionamientos, razones y acuerdos. El pasado 21 de julio se hizo público el manifiesto sanchista. Artistas y políticos profesionales que rubrican su profundo sectarismo e irresponsabilidad política. Sumisión ideológica y ausencia de pensamiento político. Sin arte y con parte en contribuir a los desmanes de este desgobierno. Subvencionar la ignorancia sobre la historia de España es un privilegiado medio de vida. Carísimos subsidios que pagan el pedestal en el que se arremolinan. Por mucho que se depilen o tatúen “la ceja” y le den coba al Minotauro de Moncloa, los muros de este laberinto no se sostienen. Alinearse con las injusticias que dañan a España no tiene nada de artístico. La historia nos alcanza a todos.
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