Opinión

Iván Martínez Martín

Las aulas y los témpanos

La solución es harto sencilla, hay que dejar de malgastar en educación y priorizar en los presupuestos educativos

Como si viviéramos en la España de la postguerra, hoy, las aulas de nuestros centros educativos han sido sitiadas por el frío y la humedad características del invierno. No hay, como entonces, un maestro que ritualice el acto de calentar con leña de encina el aula donde han de aprender sus alumnos; hay docentes y alumnos que, arropados en mantas, guantes, gorros… esperan que algún día se despida el invierno con los rayos de sol primaverales, como el perro callejero espera que se le vayan las pulgas. Mientras tanto, los despachos calientes y ausentes, tratan de lidiar desde la barrera el cornúpeta de los témpanos.

La normativa en vigor establece que la temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas y similares estará comprendida entre 17 y 27 grados centígrados. ¿Quién en su sano juicio puede aceptar que un sistema educativo de calidad es aquel que no invierte en el bienestar y climatización de los centros? No es descabellado pensar, como así acreditan los datos, que muchos de sus usuarios y trabajadores terminen enfermando como consecuencia de esta dejadez administrativa, generando un no desdeñable gasto en cobertura de bajas y servicios sanitarios. Es, por tanto, responsabilidad de quienes administran los centros educativos velar por el cumplimiento de la normativa, dejar de ser cómplices, salvaguardar los intereses de los intervinientes y posibilitar las condiciones mínimas para que se pueda obrar el maravilloso milagro educativo.

UGT ha iniciado una campaña de recogida de datos en los centros educativos con la finalidad de hacer acopio del mayor número de negligencias en materia de seguridad y salud laboral para desarrollar acciones reivindicativas de presión y denunciar ante la administración e inspección de trabajo, la lamentable situación que se padece en buena parte de los centros educativos de Almería, donde, como es sabido, no existe inversión suficiente en materia de climatización.

La solución es harto sencilla, hay que dejar de malgastar en educación y priorizar en los presupuestos educativos la inversión en mejorar las condiciones en las que se desarrollan los procesos de enseñanza-aprendizaje. Es imperdonable que las Administraciones educativas no asuman su responsabilidad. Saquemos las vergüenzas a la luz para que las estampitas de nuestras aulas dejen de ser postales navideñas del belén educativo.

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