Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Este año se cumplen doscientos cincuenta de la terminación de las obras, en 1775, del Santuario del Saliente, la gran obra edilicia de Claudio Sanz y Torres, acaso el prelado más preclaro y visionario de la diócesis de Almería. Para conmemorarlo, hemos publicado un libro con la biografía de este gran personaje, verdaderamente única, necesaria y oportuna, salida de la investigación y virtuosa escritura de Antonio Saldaña, quien en la actualidad ejerce como rector del Santuario. La publicación aclara e ilumina sustancialmente el camino que lleva a las respuestas de las interrogantes que existían sobre el obispo. Saldaña ha escrutado archivos, lugares y testimonios con fruición desde hace varios años. Y su aportación no solo remedia el gran desconocimiento que existía sobre una de las figuras esenciales de la historia de Almería; también rectifica asertos o equivocados lugares comunes que venían repitiéndose con indocta y alegre despreocupación. La publicación de su texto supone un nuevo, fascinante y verdadero camino para conocer el legado de un hombre gigante del XVIII español. Resulta realmente esclarecedor, en este sentido, conocer el verdadero posicionamiento intelectual del obispo en el contexto político, social y religioso de la España de la época. Los años de su formación, tan cercana a los oratorianos de San Felipe Neri, y su origen social, que le propició ser un prelado “golilla”, lo reubican ahora de forma convincente y explican la etiqueta de “chapado a la antigua” que muchas veces se le adjudicaba. Saldaña traza magistralmente el perfil de un hombre ciertamente barroco, en el sentido espiritual emanado del Concilio de Trento, opuesto a cierto intervencionismo de la corona en los asuntos de la Iglesia, pero también al personaje enjuto, austero y caritativo, profundamente religioso y casi místico, culto y esteta, que rompe los arquetipos que se adjudican a los prelados de la época y, casi, a los de todos los tiempos. La aportación de Saldaña sirve igualmente para demoler ciertos clichés y fábulas sobre el Santuario del Saliente, la gran obra maestra de don Claudio, y le coloca como la figura clave de todo el fenómeno religioso mantenido en el tiempo en torno al lugar, en detrimento de ciertas visiones que hasta hoy venían ninguneando su figura y otorgando toda la importancia a la religiosidad popular que desde hace trescientos años gravita sobre la imagen de la virgen salientina, colocada en la primitiva y extinta ermita por el cura albojense Lázaro de Martos en 1716.
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