El partido de infarto del Espayol contra el Almería bien podría servir como símil al esfuerzo que hay que hacer para poder ganar unas elecciones. Todo esto que les cuento viene por el reniego constante de los populares. Se quejan de que tengamos elecciones el 23 de julio. Osea, de trabajar. Es normal que nosotros refunfuñemos y pongamos los gestos ya viralizados de Àngels Barceló, pero un líder que quiere llegar a la Moncloa tiene que sosegar a la población y dar confianza a su electorado. A Feijóo se le han fastidiado las clases de inglés, pero me huele que va necesitar un entrenador personal de Kick boxing. Lo digo por la campaña electoral. Será tensa y de pelea continua por parte del presidente Sánchez. Una de las últimas es ofrecerse a hacer seis debates televisados con el líder de la oposición. Por lo que se ve, quiere demostrar toda la dialéctica aprendida con sus miles de asesores. Me parece valiente su decisión y más sabiendo que el contrario puede ponerle la cara roja por todas las meteduras de pata por parte de él y de sus socios morados. Sánchez quiere medir su virilidad política mano a mano como en una gran película de wéstern. Lo malo es que no se ha acordado de invitar a sus colegas que podrían ser clave para mantenerle en el poder. Ahora tiene a una Yolanda Díaz cabreada y a un Abascal con la metralleta de argumentos preparada afirmando que no lo hace por miedo a enfrentarse a su partido. Mientras tanto en Ferraz intentan despistar el problema con temas serios como sus pactos con Bildu en ayuntamientos y focalizarlo en los pobres agricultores de Huelva. Es vergonzoso que un Gobierno apoye la iniciativa de unos ecologistas alemanes contra la fresa española. A quien se lo cuentes no se lo cree. Todo por la lucha contra la Junta de Andalucía y así crear un eslogan perfecto para los mítines de las elecciones generales. Todo muy triste, como los reproches continuos de los exlíderes socialistas afirmando, en un encuentro, que el único problema que tiene el PSOE es el propio Pedro Sánchez. No sé a ustedes, pero a mí me dicen eso y me voy por vergüenza. En fin, preparen chalecos antibalas porque veremos tiros contra la gaviota y un populismo que recordará a los estadios llenos de Maduro en Venezuela.

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