Carta abierta a Papá Noel

26 de diciembre 2025 - 03:06

Estimado señor Papá Noel, Santa Claus o, si lo prefiere, Nicolás a secas: Gracias no tanto a nuestras artes adivinatorias cuanto a la información suministrada por un doxer cuyo servicio hemos contratado a cambio de unos reyes de gorra para sus sobrinos, nosotros, los magos de Oriente, a saber, Melchor, Gaspar y quien esto escribe, el negro Baltasar, hemos dado por fin con la dirección de su correo electrónico y, aunque a decir verdad hubiéramos preferido garabatear esta misiva, cálamo en mano, sobre un rollo de papiro, haremos de tripas corazón para teclear en el portátil un manojito de reproches que hemos guardado en el tintero desde hace prácticamente un siglo, cuando, tras el crack del 29, el Mercado decidió producir también la demanda induciendo en la gente, a través de la Publicidad, el incontenible deseo de consumir a troche y moche la ingente producción de bienes sin salida. No hubo templo donde los mercachifles no instalaran sus tenderetes. Y, todo hay que decirlo, usted, embutido en un estrafalario atavío encarnado, se prestó a participar con su imagen y figura en la fetichización mercantil de una celebración donde el niño Jesús ya no pinta absolutamente nada. Es como una fiesta en la que soplan las velas de la tarta todos los invitados menos el cumpleañero.

Así que pinchará usted en hueso si malicia que los tiros de nuestra reprimenda apuntan sobre algunas menudencias de carácter competitivo, como, por ejemplo, la ventaja de que se adelante usted doce días a nosotros en el reparto de los juguetes a los niños; o la ventaja de que su medio de transporte sea más respetuoso con el medio ambiente, pues las ventosidades de sus renos emiten menos metano y óxido nitroso que los cuescos de nuestros camellos. Esas fruslerías no nos quitan el sueño. Ahora, lo que sí nos preocupa es esta deriva consumista que amenaza con desvirtuar la Navidad por completo. Se diría que la sílaba suprimida en la síncopa, Na(ti)vidad, simboliza la amputación de su naturaleza sagrada. De cualquier manera, nosotros los magos, que no reyes de Oriente (Mateo 2), presentamos batalla contra esa fuerza asoladora alentando el verdadero espíritu navideño y cumpliendo con nuestra misión de conmemorar cada año el formidable milagro de la todopoderosa divinidad encarnada en lo más preterido e indefenso del mundo: un niño pobre.

Suyos atentísimos: Melchor, Gaspar y Baltasar. ¡Salud y República!

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