Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
E L periodismo, es un suponer, debería conllevar la obligación de reflejar la realidad con datos contrastados y ofrecer a los ciudadanos instrumentos para formarse su propia opinión. Qué tontería, ¿verdad? Pues no, existe un periodismo que es una especie de réplica manipulada basada en el principio de acción y reacción que explica la tercera ley de Newton, la que dice que cuando algo ejerza una fuerza sobre otro algo, este último devolverá una fuerza de igual magnitud, pero en sentido opuesto a la primera. Esta ley es el territorio donde la derecha levantisca ha encontrado un espacio no ortodoxo, pero sí fértil, donde la mentira y las trolas germinan bien.
Ya digo, el territorio emocional de la campaña del PP han sido los bulos, las trolas y los troles, una fauna pendiente de catalogar, donde la desinformación se explaya entre medias verdades y mentiras. Es decir, una especie de truhan de siempre, pero a escala virtual. Yo sé que a los del PP no les gusta lo que digo porque se sienten directamente aludidos. Si se rascan será porque algo pica.
Ese encono a cara perro de la derecha fue perfectamente ejemplificado por el líder nacional del PP en el pasado debate electoral de Ante 3 TV invocando el voto de los españoles cabreados. Y en ese modelo sigue instalado, a través esa superioridad moral que le ofrecen la indignación de los patriotas cabreados.
Si crees que el último recurso para defender la identidad colectiva y tu dignidad es votar a la derecha, te equivocas, porque te vas a sentir pisoteado por esos que quieres que te representen y no disimulan su resentimiento a los avances sociales logrados hace tiempo por los gobiernos del PSOE con capacidad para gestionar este país, sin el populismo paleto de Podemos.
Tienes que decidir entre los que basan su liderazgo en la gobernanza serena, la estabilidad económica, el prestigio internacional o entre los que conciben la gestión desde la altanería política, el estilo cutre y el diálogo, ¡con dos cojones!, a garrotazos.
Si les haces la prueba del algodón te vas a encontrar que, tras su pulida pátina de patriotas, conservan una cutre y finísima lengua sucia con la que amañan bulos y te llaman a formar parte de la complacencia de la España cabreada, pero no te has de fiar. Y si decides no formar parte de la cordura y la sensatez y te dejas llevar por el anacronismo, tu frivolidad la vamos a pagar cara, todos.
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