La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
Tal y como Gandhi le dijera al comandante británico que vino a detenerle la primera vez: ¡Vds. se tienen que ir! Y ante la pregunta plena de soberbia del oficial británico ¿Por qué? Gandhi le respondió: “Porque Vds. son gallos en corral ajeno y se lo exige el pueblo, que es el dueño del corral”. Mire Vd. Sr. Sánchez, le guste o no; ha llegado la hora de que se convierta Vd. en expresidente; su soberbia y su egocentrismo, le han hecho malinterpretar las palabras de Séneca, al no comprender que la teoría del genio cordobés, acerca de que “Importa mucho más lo que tu piensas de ti mismo que lo que otros opinen de ti”, es siempre subjetiva y nunca se puede aplicar a los políticos que, en teoría, se deben a los demás. Como precursor del estoicismo, Séneca entiende esa filosofía vital como aquella que busca la felicidad a través de la virtud, la razón y la aceptación de lo que no se puede controlar. Se centra en la distinción entre lo que está bajo nuestro control y lo que no; y Vd. no ha entendido, ni digerido que, necesariamente, el poder del político, deberá estar limitado y sin posibilidad de controlarlo todo, salvo en las dictaduras de tipo marxista. Y ese control está regulado, a las buenas, por la razón, y a las malas, por la Ley; por deseo expreso del pueblo, quien únicamente, es soberano. Tampoco Vd. se ha dado cuenta de que tal y como dijera Gandhi: “La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía”. También aquí ha fallado Vd. ya que no ha cumplido lo que dijo, mintiendo acerca de lo que pensaba, pues lo que ha realizado, es muy diferente a lo que prometió; y no puede estar en armonía quien, teniendo el 25% de pobreza infantil, tres millones de parados – las milongas de su ministra de trabajo son para los borregos de su rebaño – y una demanda de viviendas superior al millón, a la que miles de jóvenes no pueden acceder; Vd. usa y disfruta de cuatro palacios que hace pagar a los españoles; a los mismos que nos está prohibiendo que apuremos nuestro coche, al que nos une más la necesidad que la amistad, porque según su progresismo, falso, necio y estulto, promovido por cuatro vividores y embaucadores, contaminamos. Su problema se ha convertido en algo insoluble, pues recordando a Nietzsche – que debiera de sonarle – Lo terrible, no es que me hayas mentido, es que ya no pueda creerte; y eso, ¡me aterra! Señor Sánchez, Se mueve Vd. con un jet privado, cual si fuese su utilitario; y tiene a su disposición helicópteros y coches que contaminan en un día más que cualquier ciudadano en cinco años; y nos acusa Vd. de contaminar. De nuevo le traigo a colación las palabras de Gandhi: “Aprende como si fueras a vivir para siempre”, olvidando que Vd. también es mortal. Tampoco ha sabido Vd. respetar las palabras de Friedrich Nietzsche, el filósofo prusiano, al que no creo que haya leído, quien dijo: “Es sencillo hacer que las cosas sean complicadas, pero es difícil hacer que sean sencillas”. Vd. pretende nadar y emerger entre la corrupción, pensando erróneamente que las aguas corruptas son como las del Mar Muerto, tan densas que la materia flota, pero esta Vd. en un error, la corrupción, corroe y pudre las almas y sin ellas, la materia se convierte en algo amorfo que se pudre y huele mal, cual la cangrena que lleva al ser humano a la tumba, donde habita el olvido. A Vd. le negarán, como Vd. y sus ministros y ministras, están haciendo con los que les auparon a un gobierno insensato e irrespetuoso con las reglas fundamentales y habituales de la democracia, apoyado en la soberbia, hundido en la miseria y en la corrupción. Y, por último, recordarle que, también Aristóteles – que me imagino que le suena – dejó dictado el epitafio para aquellos gobernantes que como Vd. desearían que el mundo, donde vivían – o malvivían - los que no eran de su cuerda, fuera como un garbanzo que, al cogerlo en su mano y oprimirlo, aún le molestaría al pensar que era demasiado duro. Por eso, ahora, se ve Vd en la encrucijada de luchar contra sí mismo, ignorando lo que aseverara Aristóteles cuando dijo: “La victoria más difícil es la victoria sobre uno mismo”. Y esa, Sr. Sánchez, la va Vd. a perder irremisiblemente. No haga más daño a España, pues es preferible un recuerdo, aunque sea malo que el olvido.
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