Medio siglo
Equipo Alfredo
Público y privado: el cuarto oxímoron
Diógenes el Cínico, por razón de su antiquísimo nacimiento, a principios del siglo V a. C., no conoció los modernos contenedores de basuras, como tampoco la obsolescencia programa de muchos aparatos y “cacharros” domésticos. De ser así, hubiese pasado las noches en un contenedor y no en una tinaja, sin interesarle el monitor dejado como basura, pues solía deambular por Atenas con apenas lo puesto y una lámpara encendida. Conocido es, por su aguda sátira, que con ella decía buscar hombres honestos, acaso perdidos entre las sombras de las apariencias o difíciles de encontrar por excepcionales. Afirmaba Diógenes que el sabio debía apartarse de sus deseos y reducir todo lo posible sus necesidades. Y no le faltaba ilustración, pues era aventajado alumno de un discípulo de Sócrates. Por eso, Platón, que nació años después de Diógenes, decía de este que era un “Sócrates delirante”. La cínica doctrina de tal orate no debería parecer desquiciada, salvo por razones de exceso y desmesura, pues proclamaba las virtudes de la vida natural y austera y el valor de las privaciones, además de despreciar las convenciones sociales. Aunque se le iba la olla, se rebelaba ante lo pudoroso y llegó a masturbarse en público. Estos contenedores y el monitor tirado no dicen mucho de la austeridad y tal vez Diógenes, con su lámpara, despachara cínicamente qué iba a la basura.
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