Elegía al racimo del escudo

Se preguntará usted Constantino Funes Cantero qué leches hago yo metiendo la cucharilla en los comentarios surgidos a colación de esta publicación suya en su muro de Facebook. Me hubiera gustado echar un párrafo con usted en persona, pero ¿dónde se ajunta ahora la gente? El mismo poder que nos hizo arrancar las parras, quiere ahora que arranquemos de cuajo la costumbre de reunirnos en los mentideros. ¿Sabe que cerraron La Tertulia? Se conoce que los amos del mundo quieren a cada uno dentro de su casita e Internet en la casa de todos. Excuso decir que soy hijo de Fulgencio Plaza Martínez y de Dolores Salmerón Expósito. Los dos trabajaron para usted en sus parrales, sus barrilerías, sus camiones y sus almacenes. ¿Se acuerda de ellos? A mi madre le desazonaba especialmente la aparatosa parafernalia anual que, más o menos hacia la segunda semana de mayo, asegún, rodeaba el proceso de polinización. Sabido es que, dejada a su ser, la flor de la uva de barco se engatilla, y que sin las tareas de engarpe o liga a las que se empleaban mi madre Lola y otras mujeres, se malogra la producción. Cuando las veía, dale que te pego, refregando la caña coronada de parras locas, el poetastro bucólico de mi padre les soltaba un fandanguillo: «No habría barco que zarpe, / escúchame bien, Dolores, / que no habrá barco que zarpe / con uva pa los señores / sin tus labores de engarpe, / mamporrera de las flores.» ¡Qué tiempos! Ahora mi nieto ni siquiera sabe qué pinta un racimo de uvas en el escudo de Alhama. Pues bien, don Constantino, tengo que decirle que me ha chocado un rato que usted haya dicho en su muro que «en su vida había sufrido temperaturas tan extremas como estas del presente mes de julio». ¿Cómo que “en su vida”? ¿Olvidó acaso aquel lunes infernal de 1978 en que se celebró la Virgen del Carmen con un sol apocalíptico que parecía escanciarse en el crisol del valle del Andarax? ¿Ya no se acuerda de los 50 grados de temperatura que cayeron a casco bomba sobre los parrales y abrasaron 6.500 hectáreas, o sea, tres cuartas partes de lo que había? ¿Se le secaron por ventura del pozo de la memoria los más de 15 años que tardó usted en amortizar los millones que pidió en préstamo al Banco Español de Crédito y de cuya gestión se encargó un jovenzuelo que gracias al tesón y el sacrificio de sus padres estudió y pudo colocarse en esa entidad bancaria, o sea, un servidor de usted?