Encrucijadas

Las distancias que acercan o alejan los lugares acaso animen a visitarlos, ya porque no sea necesario mucho tiempo de viaje, ya porque, bastante distanciados, casi siempre resultan ser, asimismo, desconocidos y atractivos Si bien, sea cual fuere la distancia, desde cualquier lugar del mundo pueden iniciarse trayectos que hacen salir de los ordinarios confines de los días con las expectativas abiertas sobre los sitios de destino. Viajar, por tanto, es un modo de encontrarse menos determinado por las convenciones del propio mundo en el lugar donde se tiene la morada. Y resulta, además, buena manera de adquirir una ciudadanía extendida. Para ello, se necesita la experiencia del tránsito, en nada asimilable a un viaje remoto o virtual, pues recorrer la distancia no solo es un anticipo, sino una parte sustantiva del viaje. El enfoque del fotógrafo hace evidente lo antedicho, además de alguna que otra consideración. Es el caso de las encrucijadas, del múltiple cruce de los caminos, que no solo ponen por delante las tribulaciones de la duda o el desasosiego de la incertidumbre, sino ese importante principio por el que el hecho de elegir conlleva el efecto de renunciar, aunque se procure acertar con la preferencia. En suma, qué camino tomar, no solo como destino de un viaje ocioso, sino como materialización del escapismo y, entonces, no solo huir o evadirse mentalmente de la realidad.