La estupidez humana, en serio y más en serio

11 de septiembre 2024 - 03:07

Curiosamente me animan a escribir estas líneas dos Pacos que me honran con su amistad y a los que tengo que preguntar si se conocen entre sí. Uno de ellos es el Cura Paco, que me acaba de enviar un whatsapp sobre Dietrich Bonhoeffer, un intelectual alemán que se opuso al nazismo y que por esa razón fue encarcelado y, posteriormente, ahorcado por Adolf Hitler en 1945. Bonhoeffer escribió un ensayo sobre la estupidez en el que advertía que “ante la estupidez estamos indefensos ya que la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma, y al irritarse fácilmente, se vulve peligrosa al lanzar el ataque (… ) Por esta razón se requiere mayor cautela que con uno malicioso. Nunca más intentaremos persuadir al estúpido con razones, porque es un sinsentido y peligroso”. Después de escribir esas líneas, no es extraño que Hitler se molestara bastante con Bonhoeffer.

A continuación viene el otro Paco, al que en realidad llamo Francisco, y que me regaló hace unos meses un precioso libro al que en alguna ocasión me he referido en estas páginas. El autor del mismo es Carlo M. Cipolla, Catedrático de Economía en las Universidades de Pavía y Berkeley, y se titula “Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana”. Al comienzo del mismo, enuncia estas tres primeras y fundamentales Leyes de la Estupidez Humana. La primera Ley es: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”.

La segunda Ley dice así: “La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona”.

Y la Tercera Ley, que Cipolla define como Ley de Oro, dice: “Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.

No me dirá el lector que con esos tres botones de muestra de las leyes de la estupidez humana, no es argumento suficiente como para ir a la Librería a buscar el libro de Cipolla. Además, no vale buscarlo en internet, ni merece la pena. Es un libro cómodo de leer, bien ilustrado, con márgenes amplios para anotaciones, y se merece un lugar propio en la mesilla de noche.

Busquen y comparen. No se les va a hacer tediosa la búsqueda. Pueden empezar por el “gremio” que prefieran. ¡Qué bueno es tener amigos!

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