De un tiempo a esta parte el Partido Popular no escatima en ofrecernos o en provocar escenas esperpénticas. Por más que los populares quieran pasar página, no puedo olvidar la espectacular representación de una predicadora evangelista subida en la tribuna invocando al altísimo para que Alberto Núñez Feijó gane la batalla y consiga ser presidente de España por la gracia de Dios. Digamos que aquella pantomima podríamos calificarla como una simple chirigota. El esperpento que ha provocado la presidenta de la comunidad de Madrid para tenernos entretenidos la última semana, con motivo de la fiesta del dos de mayo, tiene un tufo más peligroso. Hay una derecha democrática (la de Ursula Von der Leyen) que, estando en la oposición, defiende sus posiciones políticas respetando las instituciones establecidas mediante un sistema democrático, y reconocen al gobierno ganador con absoluta convicción. Pero hay otra derecha (la de Donald Trump) con un sentido patrimonial del poder, que no legitiman al gobierno cuando los votos no le atribuyen su pertenencia. De un tiempo a esta parte, esa derecha totalitaria es la que se está consolidando en España con más firmeza. En los sucesos del 2 de mayo, ni la señora Díaz Ayuso ni ningún miembro de su corte, reconocen aceptable la presencia del Ministro de la Presidencia de España en la tribuna de autoridades, cuya participación, en nombre del Gobierno, dignificaría cualquier acto público. En sus comentarios sobre el deplorable suceso se refieren al ministro por su nombre y apellido, Félix Bolaños, sin hacer mención a su cargo institucional, como si se tratase de un individuo que pasaba por allí. Y la celebración del 2 de mayo en Madrid, capital de España, se convierte en una verbena bullanguera organizada por Isabel Díaz Ayuso en su feudo particular y, como tal, sólo a ella le corresponde confeccionar la lista de invitados. Unas señoras, ejerciendo funciones de guardas jurados, vigilan la entrada, y con la autoridad que les confiere su condición de guardianas, se enfrentan con insolencia al ministro de la Presidencia de España, porque su nombre no figura en la lista de invitados, impidiéndole subir a la tribuna de autoridades. Quien tiene vía libre para participar en la fiesta es un senador por designación del Parlamento de Galicia llamado Alberto Núñez Feijó, invitado por la anfitriona y, mientras se porte bien, la señora Díaz Ayuso lo tendrá en cuenta a la hora de confeccionar la lista.

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