El héroe de Celidonia

23 de julio 2025 - 03:10

El sol de julio triunfa en todo su esplendor, el combate va a producirse de un momento a otro, el mar está un poco agitado. El almirante español está decidido a ir a por todas, desea escapar, y de paso producir el mayor destrozo posible en la armada enemiga.

La batalla, entre la flota otomana y la de los hispanos, se produjo entre los días 14 y 16 de julio de 1615. Entre ambas escuadras existía una diferencia abrumadora, pues los turcos presentaron cincuenta y cinco galeras, con doce mil soldados, mientras la escuadra española constaba de cinco galeones y un patache, con mil infantes de marina. Don Francisco de Ribera y Medina era su almirante, marino con una larga trayectoria de combates y éxitos, arriesgado, siempre victorioso. Este soldado del mar, hoy casi totalmente olvidado, es uno de los mejores almirantes de la historia naval española. Al proceder de una familia hidalga pobre, eligió el camino de las armas. Empezó sirviendo desde el escalón más bajo de la milicia, en la flota de Luis de Fajardo. Luchó contra los piratas de Berbería, también en el Atlántico y Antillas, fue ascendiendo de rango. Más tarde se trasladó a Italia. Allí entró al servicio de duque de Osuna, siguiendo ascendiendo en la escala de mando, hasta el almirantazgo. En una de sus incursiones se dirigió hacia las costas de Chipre, asaltando barcos mercantes, destruyendo navíos enemigos. Incluso llegaron a desembarcar en Famagusta infantes de marina, causando numerosos destrozos. Tal fueron sus hazañas que los otomanos enviaron una gran flota para neutralizarlo. Conocedor Ribera del peligro que le acechaba, se encaminó hacia las costas de la actual Turquía, escondiéndose en el cabo de Celidonia. Allí salió al encuentro del enemigo, produciéndose el choque entre ambas flotas. Tras tres días, los turcos perdieron, entre hundidas o fuera de combate, treinta y tres galeras, y tres mil doscientos hombres, mientras los españoles mantuvieron a todos sus barcos y sólo tuvieron treinta y cuatro bajas. Su victoria tuvo gran resonancia, otorgándole el rey Felipe III el hábito de Santiago. Luis Vélez de Guevara inmortalizó esta hazaña, en su obra “El asombro de Turquía y valiente toledano”. Francisco de Ribera siguió combatiendo en el mar, contra los enemigos de la corona. Venció a los venecianos en la batalla de Ragusa. Posteriormente se desplazó al frente del mar del Norte, luchando contra ingleses y holandeses.

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