Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Por una vez, la Iglesia ha estado a la altura. Los obispos rechazan lo ocurrido en Jumilla, donde el Pp y Vox han imposibilitado un acto religioso musulmán. La Comisión Episcopal ha reivindicado la libertad religiosa y de culto para todas las religiones existentes en España. Cierto que lo hace por la parte que le toca, pero cierto también que el hecho ha marcado un hito en las relaciones de la Iglesia Católica con la sociedad española actual. Ya era hora.
Reflexionando sobre esto, que pertenece a la batalla cultural que la extrema derecha y la derecha extremada plantean en estos tiempos a la izquierda, llega uno a la conclusión de que los ultras no tienen discurso económico. Toda su actuación en redes sociales, las manifestaciones públicas de sus líderes políticos, las campañas de su prensa afín, se llenan de contenidos ideológicos de tipo racista, xenófobo, moralista o histórico, nunca de propuestas económicas: qué pretenden hacer con el salario mínimo interprofesional, por ejemplo; o con la vivienda, el gran problema que tiene hoy la gente joven; o con las pensiones, asediadas por fondos de inversión que pretenden privatizarlas; con la Sanidad Pública, que están deteriorando adrede para favorecer a las compañías privadas; con la dependencia, tan mal gestionada en Andalucía por Moreno Bonilla; con los llamados pisos turísticos, que encarecen la vida de las zonas donde proliferan; con la Educación, la Justicia, las residencias de 3ª edad, las emergencias públicas como la actual debida a los incendios forestales…
El discurso de los extremistas se desarrolla sobre unos cuantos temas recurrentes: la inmigración, dicen que la ilegal, en realidad toda la inmigración, a la que criminalizan y atribuyen, sin aclarar de donde sacan el dato, el aumento de la delincuencia. No explican, no les conviene, quiénes sustituirían a los inmigrantes en los duros trabajos que ellos desempeñan y que ya no queremos los autóctonos. Son antifeministas, aunque no lo confiesen abiertamente, pretenden reducir a la mujer, como en el franquismo, al hogar, al cuidado de los hijos, y hacerlas depender, otra vez, del marido, el padre o los hijos. Por supuesto, son anti LGTBI+ y pretenden que esta gente vuelva a la clandestinidad, a la hipocresía y al armario.
Así que, bien por la Iglesia esta vez. Abre camino. Ojalá cunda el ejemplo y se posicionen también en otros temas como los que digo.
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