
En tránsito
Eduardo Jordá
Un final shakesperiano
Comunicación (Im)pertinente
Supongo que si obligaran a dibujar lo que sugiere la palabra “integrismo” habría enormes y significativas coincidencias en torno a una figura intransigente, de aspecto árabe y de religión islámica. Los talibanes son el prototipo actual del integrismo, difundido reiteradamente a través de los medios de comunicación. No deja de responder a una realidad, aunque su complementario también es cierto; esto es, la existencia de millones de musulmanes ajenos a esas formas de dogmatismo. Por lo demás, cada religión tiene su correspondiente cuota de integrismo, por cierto, no mejor que la de otros lugares. Desde finales de marzo la prensa viene dando cuenta del enconado pulso que mantienen los padres de un colegio concertado catalán con la nueva dirección del centro. Según han denunciado, ante los medios y ante las instituciones educativas, los nuevos responsables de esa institución educativa han girado a la extremísima derecha ideológica y confesional. Hasta allí han llegado los neocatucumenales, los kikos para entendernos, con sus dogmas anclados en la Noche de los Tiempos y con una visión histórica rayana en el fascismo que, entre otras cosas, blanquea el Franquismo. Por supuesto que, a fin de cuentas, se trata de una oferta educativa que está en el mercado. A quien le interese y comparta su perspectiva la comprará y en caso contrario la desestimará. Ese es, en principio, uno de los mecanismos sustanciales del funcionamiento de una democracia, o no. En efecto, no es tan sencillo. Ese colegio lo conozco perfectamente. Yo me eduqué en el Nuestra Señora del Carmen (hoy tiene el nombre en catalán, naturalmente), cuando todavía era una pequeña y humilde institución educativa del norte de Tarrasa. Durante los años 60 y 70 fue un colegio muy evangélico, en sintonía con el Vaticano II. Hasta tal punto era así que incorporaba profesorado laico, algo no tan frecuente en las instituciones religiosas de esa época. Entre mis profesores de entonces estaba el pintor Miguel Barneda, ahora famoso por ser el padre de una presentadora de Telecinco. Los carmelitas fomentaban en sus pupilos la tolerancia, el diálogo y el compromiso con la realidad más inmediata. Por eso, entre otras cosas, enseñaba lengua catalana a su alumnado, a pesar de estar prohibidísima durante el Franquismo. De eso supongo que se quejan los padres actuales que han visto como una tradición de décadas ha quedado fagocitada en cuestión de meses. Y lo que es peor, la han sustituido por el envés de la moneda, dentro de la propia Iglesia Católica. Probablemente esa sea uno de los grandes retos a los que haya de hacer frente el recién elegido León XIV. Los católicos tienen enormes enemigos, sobre todo y especialmente, dentro de ellos mismos. El movimiento neocatecumal o el Opus Dei son ejemplos elocuentes de que talibanes hay en todas partes, incluida la Cristiandad. León XIV no lo va a tener fácil, desde luego, aunque terminar la tarea iniciada por Francisco sería una bendición para todos, católicos y no católicos.
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