La inteligencia selectiva

En el manuscrito del Museo del Prado, explicación del puño y letra del propio Goya para estos grabados

Distingue el filósofo José Antonio Marina, cuando analiza la inteligencia de los sapiens, entre la inteligencia generadora y la ejecutiva. La primera es la encargada de alumbrar toda suerte de ocurrencias con amplitud y fertilidad. La segunda, responsable de controlar la conducta, pone coto a la primera y decide ejecutar solo una parte de ellas. La primera la poseen todos los individuos. De la segunda carecen los niños, los enfermos mentales y los fanáticos. La inteligencia generadora es santuario de los deseos, de los sueños y las pasiones. La ejecutiva les pone barrera y, en virtud de determinados criterios, más o menos racionales, los acepta o rechaza. Es un mecanismo de comparación y medida, una especie de criba o de "aduana" según Marina, responsable de la conducta verdaderamente inteligente de un individuo. En este sentido, el quehacer del verdadero artista quizá sea, entre las distintas ocupaciones de los humanos, el ejemplo más elocuente de lo expuesto. Para el Premio Nobel de literatura Thomas Eliot, "la mayor parte del trabajo de un autor al componer su obra es la labor crítica, el trabajo de construir, omitir y corregir". La consecución de un criterio selectivo propio es la gran creación de un artista, el mecanismo por el cual es capaz de alumbrar una obra de calidad. No obstante, esta visión dual de la inteligencia y capacidad humanas no es nueva. Fue centro del debate filosófico ilustrado del siglo XVIII. El sentimiento versus la razón. El modo irracional -impulsivo, animal, si se quiere- versus el método lógico. La pugna entre los instintos irracionales, peligrosos, y la racionalidad que ordena, civiliza y marca el progreso. La oscuridad, el mito, frente a la ciencia y el conocimiento. La imagen más aleccionadora surgida en esa época, en este sentido, es el célebre grabado "El sueño de la razón produce monstruos", pensado y ejecutado por Goya como una suerte de frontispicio a su serie de aguafuertes "Los Caprichos". En su composición aparece el propio pintor soñando sobre su mesa de trabajo. Un elenco de disparates, pesadillas, seres nocturnos y grotescos, surgen de su imaginación, de su mente. En el manuscrito del Museo del Prado, explicación del puño y letra del propio Goya para estos grabados, en lo tocante a esta perturbadora imagen puede leerse: "El sueño abandonado de la razón produce monstruos imposibles, pero unido a ésta es madre de todas las artes y origen de sus maravillas".

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