La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
Aalguien se le ocurrió poner a competir la duración de su mandato con la duración de una lechuga, y ganó la lechuga. Menudo ojo el de ese alguien y menudo episodio político para la historia del Reino Unido. Han sido 45 fugaces días que han pesado en el rostro de Liz Truss como si estuviésemos hablando de 45 meses; 45 días que han acabado con ella con la rotundidad con que un tsunami destroza todo a su paso, sin tregua alguna por parte de propios y extraños desde que abrió la boca para contar su plan para capear el temporal que sufre el Reino Unido.
Y que gran ejemplo de cuanto se ha complicado el oficio de gobernar porque, ¿qué le ha ocurrido a esta buena señora para acabar protagonizando tan desastrosa participación en la historia de su país? pues que ha llegado el tiempo de los pactos de Estado y la política de su país, como la de tantos otros, sigue revoloteando en el de las medidas, las encuestas y las cuentas electorales, en el del vuelo corto y los "cuanto peor para ellos, mejor para nosotros", en el del tiempo de sobra y los huecos para lo de uno, y así, irremediablemente, veremos pasar gobiernos que no agotan sus legislaturas, veremos pasar decenas de Truss. El siguiente, me aventuro, en Italia, aunque es una apuesta a caballo ganador pues hablamos de un país en el que la media de duración de sus gobiernos es de un año y dos meses y que ahora mismo está configurando un gobierno a tres entre tres figuras de discurso radical y altamente populista.
Un ejemplo de lo esperpéntico que hoy aguanta lo público: el predecesor de Truss, el señor Boris Johnson, el que disfrutó de alegres fiestas durante el confinamiento estricto y se despidió de su mandato hace solo tres meses y recordando a su pueblo que "nadie es indispensable en política", está considerando volver a postularse para Primer Ministro.
Y es que si todo en nuestro día a día se ha complicado, basta pensar en el euribor, el precio de la luz, el precio del gas, el precio del combustible, el precio de los alimentos o el precio de las materias primas y los materiales de obra, cómo no se va a complicar la gobernanza, sobre todo si todo lo anterior depende de cuestiones que ocurren o se deciden fuera de nuestras fronteras. Nos estamos empobreciendo y vamos a ver demasiado de lo que no tiene cabida en un país que sea del primer mundo: trabajadores pobres. Por esto, los gobiernos de turno no pueden verse solos, por esto la opción, para el que tiene posibilidades de relevo, de mantenerse callado y esperar la caída de quien gobierna hoy no puede ser una opción. Ante crisis muy intensas, solo los acuerdos entre las grandes fuerzas políticas pueden atenuar sus consecuencias y en este país se han hecho: se hicieron para instaurar la Democracia, se hicieron con el terrorismo y la violencia de género y también se hicieron en materia económica cuando otra crisis nos golpeaba. Pues volvamos a hacerlo.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Teoría del regalo
Monticello
Víctor J. Vázquez
Política de la autoparodia
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
Mi hermoso botín