El otro día me encontré con esta noticia: "La consejera delegada de Bankinter ha anunciado este lunes que el banco recurrirá el impuesto extraordinario al sector "al día siguiente de pagarlo" porque insiste en que es un gravamen "injusto y confiscatorio" y aboga por aplicar un sistema fiscal "sólido y no por populismo". Durante su intervención, Dancausa ha vuelto a mostrar su "oposición frontal" a la aplicación del impuesto" (Valencia Plaza, 28/11/2022).

Y me molestó. Me molestó porque, más allá de la letra pequeña de este impuesto temporal y limitado a una parte del total de sus beneficios, de lo que se trata, señora Dancausa, es de arrimar el hombro, de ayudar, de ser solidario, tal y como un buen número de organizaciones internacionales, entre ellas la ONU, están hoy pidiendo a las grandes empresas.

Y me molestó porque en la anterior crisis, que tuvo un origen financiero, los ciudadanos españoles pedimos un préstamo a la UE de 50.000 millones de euros, repito, 50.000 millones de euros, para dárselos a nuestros bancos, para rescatar a los que necesitaban rescate y para librar de la caída a los que no estaban tan mal. Era 2012 y no recuerdo a ningún presidente de banco llamar a esta medida populista o injusta.

Y me molestó porque, como bien advirtió el ministro de Hacienda alemán de aquel entonces, ese préstamo ni lo garantizaron nuestros bancos, ni lo tienen que devolver nuestros bancos, sino que ese préstamo lo garantizó España y lo vamos a devolver los españoles, condiciones estas que no se dieron en otros rescates, pues otros países recuperaron el dinero prestado. (SER, 24-11-2019).

Y me molestó también porque el año que estábamos negociando ese préstamo con la UE, hubo 39.167 entregas de viviendas como resultado de procedimientos de ejecución hipotecaria, el 83 % de ellas vivienda habitual y según datos publicados por el Banco de España. Aquello supuso un record hasta el momento y seguimos asistiendo a este tipo de ejecuciones; como dato, en 2021 hubo 11.947 ejecuciones hipotecarias sobre vivienda habitual.

Y me molestó además porque este nuestro sistema bancario no ha parado de despedir a gente, de amortizar los puestos de aquellos a los que prejubila y de cerrar sucursales y porque hoy, estos nuestros bancos, tratan con una absoluta falta de humanidad a quienes no se manejan bien con sus cajeros automáticos, esos que silenciosamente van sustituyendo trabajadores y puestos de trabajo. Y me molestó también porque la cotización de Bankinter, como la de otros bancos, está reflejando estupendamente la subida del Euribor, ese que en marzo estaba negativo y que ya roza el 3%. Tal es el buen momento para nuestro sector financiero que, por ejemplo, los analistas de Citi auguran para 2023 subidas de hasta el 41% en las cotizaciones de los bancos españoles (Expansión 29-11-22).

Pues eso, que me molestó.

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