La máquina divina

19 de agosto 2025 - 03:07

He leído la noticia que nos informa que los móviles serán objetos obsoletos dentro de dos o tres años, siendo la pantalla suprimida. El dispositivo sustituto propuesto, entre otros, son las gafas. Nos prometen información instantánea sin publicidad, alejada de la pantalla, sólo dialogando con la Inteligencia Artificial.

La realidad será vista mediante unas gafas, o lentillas, que la adaptará a nuestro gusto, siendo edulcorada, o incorporada a un ambiente lúdico, así como conjugada con búsquedas de información y trabajo. Todo en uno. Constituirá un medio más preciso para situar localizaciones, siendo todo grabado a voluntad, prometiendo un Mundo Feliz, en el que los delitos serán grabados al instante, las infracciones, incorrecciones, o ridiculeces personales, se incorporarán en los registros cibernéticos. Todos colaborarán en la gran vigilancia, aunque algunos no serán conscientes de ello, permaneciendo embebidos en su mundo idílico, inmersos en su Paraíso elegido; otros en diálogo permanente con la IA, la cual le dirá qué hacer, dónde divertirse, cuál será la comida de la jornada, quién está mejor aceptado, o dicho de otra manera: puntuado en el trato social. El Gran Hermano seremos todos, siendo su espíritu compartido entre la comunidad social.

Pero al final, todo se reducirá a una información guardada en la memoria central del Pensante Universal, que dirige, previene y controla la conducta humana.

Estamos dirigiéndonos hacia el control perfecto de la colmena, considerada así la sociedad, en el que el pensamiento individual será reconducido por el establecido en boga, el socialmente aceptado. Cualquier disidencia será un signo de divergencia, inadaptación, locura o indicio de pensamiento criminal.

El sentido humanista, en la conducta de los individuos, será sustituido por el utilitarista, compatible con los nuevos ideales propuestos para la Humanidad del futuro.

De qué ideales estamos hablando, pues de la vuelta a una Naturaleza inmaculada, desenvuelta en su estado salvaje, recluidos los habitantes en núcleos urbanos masificados, controlando su número, para conseguir la cifra exacta que se considera tolerable en la nueva sociedad, consumidores todos, sometidos a una existencia vigilada, donde sólo los mejores, y útiles, podrán persistir, siendo la máquina su nuevo dios.

No es alarmismo lo expuesto aquí, sino otra opinión en la que se explica el rumbo de la Historia.

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