El mejor amigo del perro

03 de octubre 2025 - 03:11

Tranquilo, no muerde. ¿Te da miedo? Un segundo. Me gusta que el perro ande libre y más por mi casa, pero, bueno, lo sujetaré por el asa de la correa a la pata de la silla. Que sepas que lo hago por ti, Avelino. Wolf, komm her. Ven aquí, te digo. Así, buen chico. Ya está. ¿Contento? Tienes que tratarte ese canguelo. A pique has estado de ensuciarte los gayumbos, lo mismo que los yernos del Cid en el episodio del león. Resuella, hombre. Toma, un buen trago de Schwarzbier te ayudará. Prost, saudiña. Y ahora contempla a Wolf, anda. ¿Has visto ejemplar tan perfecto de pastor alemán? Seguro que no. Y eso que está ya cascado por la edad: en noviembre cumplirá 12 años, que en esta raza se dice pronto. La mielopatía degenerativa le ha derrengado los cuartos traseros. Punto menos que arrastra el culo al andar. Semeja un viejo Citröen ¿verdad? con la suspensión hidroneumática escacharrada. Gajes de la vejez.

Wolf era un cachorro de apenas una semana cuando me lo regaló o, por mejor decir, me lo dio en herencia mi abuelo Rudolf poco antes de morir a los 101 años. No me empacha confesarte que mi abuelo fue uno de esos oficiales nazis a los que Franco cobijó en la Costa del Sol. Como lo oyes. Y aquí en Torrox, Das Kleine Deutschland, se tiró la friolera de 70 años sin que al parecer le diera tiempo a cobrarle cuando menos un poco de afición al país. Odiaba España. Solo aprendió una palabra en español: moreno; y encima la pronunciaba paronomásicamente mal. “Monero” decía mostrando la piel cuando ya por el mes de mayo comenzaba a broncearse. Mi abuelo nos inculcó el amor a la Naturaleza. ¿Sabes que tan pronto ascendió al poder el gobierno nazi aprobó La ley de protección animal del Reich, en virtud de la cual se prohibió el maltrato y el tormento innecesario a los animales? Una simple vivisección podía conducir al campo de concentración. El viejo nunca entendió esa distinción ética que los católicos hacéis entre el hombre y el animal. ¿Te ríes? Todo eso que me sueltas de que el animalismo es un fetichismo que persigue tratar a los animales como personas a fin de tratar a las personas como animales, todo eso, digo, no es más que retórica. Menos mal que Europa, invento nazi, germina en el terreno político que un día nosotros roturamos. Y también Andalucía, donde las mascotas al fin tienen mayor deducción fiscal que los niños. Choca esa jarra. Brindemos por Juanma Monero, perdón, Moreno.

stats