NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
En la Carrera de San Jerónimo una inmensa valla perimetra el solar donde se supone que ha de levantarse el Congreso de los Diputados. Debe llevar bastante tiempo ahí, porque está oxidada, desconchada y maltrecha. En el secarral del descampado que se ha formado dentro del solar, las bandadas de chiquillada han instalado cuatro montones de piedras. Son las dos porterías de un campo de fútbol que acoge partidos improvisados, al salir del colegio, no importa en qué estación del año.
Extrañado, e incluso sobrecogido, busco alivio y protección en una cafetería próxima. Mientras me tomo un cortado recuerdo que la semana anterior han descubierto a una diputada del PP con el curriculum falseado. Ni tenía estudios universitarios, ni ya era diputada ni incluso mantenía la militancia. Ahora toca la contrarréplica.
En la televisión del fondo del local están contando que eso ha sido práctica habitual también en los restantes partidos políticos. Dan un listado tan prolijo como vergonzante. Los políticos han mentido con sus estudios, con sus profesiones, con sus familias y hasta con el desempeño de sus cargos. Ya ha habido unos cuantos servidores públicos que han terminado entre rejas y todo apunta a que la nómina va a seguir creciendo.
La siguiente noticia es sobre Gaza. Algo extraño sucede ahí también. Siempre he tenido entendido que los judíos eran las víctimas por antonomasia de las persecuciones, el fanatismo y hasta el exterminio. Pero parece que no, que es al revés. Hay judíos genocidas que matan a niños hambrientos cuando van a implorar algo de comida.
En Estados Unidos un analfabeto fanfarrón e histriónico gobierna el mundo occidental jugando a los dados, como si estuviera en un casino de Las Vegas. En su país persigue a los inmigrantes escarnecidamente, aunque ni no a sí mismo ni a su mujer, ambos forasteros. Todo es mentira, vivimos sitiados por falsedades persistentes, por aquí y por ahí, en todos lados.
Cuando salgo a la calle, Madrid se está difuminando, como si fuese un holograma que han desenchufado y va deshaciéndose, para dejar paso a la esencialidad de la llanura manchega. He decidido volverme al Sur, no sé cómo, pero volverme. Solo me llevo la esperanza de que la Casa Real también sea una falsificación y estemos camino de la III República, aunque no nos hayamos dado cuenta.
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