Las mentiras de Mena

14 de agosto 2025 - 19:03

Hace unos doce años, en una conferencia pronunciada el 28 de noviembre de 2013 en el Museo del Prado –que acabo de visionar, casi por accidente y porque el museo aún la mantiene en su web incomprensiblemente-, titulada “La estela de Goya en el siglo XIX, la entonces responsable de Goya en la pinacoteca mintió y manipuló –a sabiendas- de una forma verdaderamente escandalosa. En su fiebre descatalogadora de la obra más personal de Goya, siguiendo en ello servilmente las tesis arbitrarias de la también historiadora Wilson Bareau, Mena acusa al hijo de Goya -sin aportar prueba alguna- de encargar falsificaciones a pintores de su confianza para después venderlas como originales de su padre, tan solo quince días después de la muerte de éste. En su exposición, muestra decenas de obras de Goya, la mayoría auténticas, documentadas y de una calidad extraordinaria, que según su criterio –basado exclusivamente en su gusto personal y en sus subjetivas e indoctas opiniones sobre técnica, estilo o calidad- son a todas luces falsas. Y para hacer una demostración de su fuerza y prestigio influyentes sobre varios museos del mundo que atesoran algunas de esas piezas, afirma que casi todos están descatalogando sus goyas. Cita expresamente al Metropolitan de Nueva York por la “Corrida de toros en plaza partida” y “Majas al balcón”, al Museo de Berlín por “La cucaña” y al de Oslo por “Auto de fe”, afirmando que “hace mucho tiempo que descatalogaron esas obras como originales de Goya”. Mena mintió y lo sabía. “La cucaña” siempre ha estado en el museo reconocida como obra de Goya, pese a las dudas de algunos “expertos”, y aún hoy en sala figura como tal en la cartela junto a la obra. En el caso de los dos cuadros del Metropolitan, aparecen en su web como “Atribuidos a Goya” y se explica a continuación que aunque algunos han cuestionado su autenticidad, su extraordinaria calidad inclina a adjudicarlos a Goya. Y en cuanto al museo de Oslo, nunca ha dudado tampoco de la autenticidad de su pequeña obra, principalmente por su calidad magistral y porque está documentada en el célebre inventario de 1812, redactado por Goya y su hijo. Es realmente asombroso que un museo de la talla del Prado haya tenido entre sus filas de conservadores jefes un perfil como el de Mena, adornado no solo por la indoctura sino también por el empleo de una deontología profesional basada en la mentira, la manipulación, la insinuación maliciosa sin pruebas, el capricho y la arbitrariedad más absolutos.

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