Tábula Rasa
Guillermo de Jorge
María Luisa Ortega, Escuela de Poetas
He escrito mucho sobre la suerte porque todos seguimos pensando que los designios del destino nos son desafortunados mientras que a otros les regala ocasiones que nos gustaría a nosotros. En varias aproximaciones al concepto de la suerte tejí varias líneas: en alguna ocasión renuncié a lo mágico en beneficio de un concepto cajón desastre, un concepto vacío, en el que meter a lo que no podemos explicar de momento y a lo que llamamos suerte. Por otro lado hablé también que existía una incidencia del azar, del caos. En cierta forma si había una entropía incontrolable que podía beneficiar o perjudicar de forma aleatoria y que se denominaba en otra época lo fortuito. Pero incluso así terminé delimitando a la suerte, en otra línea, como el resultado de una ecuación. La suerte es un resultado y no un elemento. Tenemos suerte una vez que esta ya se ha producido y no antes de eso. Es decir, podemos decir que tenemos suerte una vez nos ha tocado la lotería y no antes. Luego la suerte no existe antes de ser un resultado. Antes de ello está el azar y ese conjunto de cosas que atribuimos a la suerte porque aún no podemos explicarlas y que nos conducen a una incertidumbre con la jugamos a la predicción. Pero hay más. En otra ocasión, siendo entrevistado, consideré que en la incertidumbre se dan dos situaciones: la preparación y la oportunidad. No podemos controlar cuando se va a dar la oportunidad (el azar) pero si podemos controlar si vamos a estar preparados o no para cuando se produzca. Si nuestra preparación es buena la oportunidad nos conducirá a la suerte y dejaremos atrás a la incertidumbre. Es por esto por lo que la mejor estrategia contra la mala suerte es la preparación y estar disponible para cuando vengan las oportunidades. Hagamos una paradoja: la del surfista. El azar es como el mar, no para de traer olas. Nunca sabemos cómo van a ser pero en alguna de las olas puede que venga algo inesperado. Algunas veces será malo y otras bueno. La única forma de disfrutar de las buenas olas es estar junto al mar esperando y con una buena preparación. Creo que con la paradoja del surfista podemos entenderlo. El surfista debe entrenar y observar el mar para cuando llegue la gran ola. Eso debemos hacer con nuestras vidas. Dejar de ser unos ignorantes sobre aquello que consideramos nos trae mala suerte y tener formación para preparados para cuando nuestra oportunidad.
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