República de las Letras

La monarquía liberal

Luis XIV de Francia decía: "El Estado soy yo". Y Juana la loca de Castilla era reina propietaria de España y las colonias

Los monárquicos, o sea, la derecha, están todos estos días de enhorabuena. La muerte de la reina británica les ha puesto en el "candelabro" y les está haciendo una verdadera campaña electoral. Y es que hay que ver la fascinación que ejercen las pompas imperiales sobre el pueblo llano. De siempre. Los vestidos de colores, los sombreros, el ceremonial, las carrozas, los cañonazos honoríficos, los actos solemnes, los principitos y princesitas..., todo es muy bonito, muy vistoso y hay un cierto morbo en su contemplación. Se ve a la monarquía todavía como algo procedente del mito, de la noche de los tiempos, de Dios. Una institución secular que se perpetúa, como muy certeramente decía Pablo Castellano, por vía espermatozoica.

La clase media, la antigua burguesía, cuando llegó al poder por medio de su propia revolución, fue republicana en contraposición al absolutismo monárquico. El sistema económico que desarrolló, el capitalismo, era antagónico del feudalismo, y su ideología, el liberalismo, contrario al control del rey y del Estado. Porque hasta entonces el rey era propietario del principal medio de producción, la tierra, y por tanto de la hacienda y las vidas de sus súbditos. Luis XIV decía "el Estado soy yo", y Juana la loca era reina propietaria de Castilla y sus aledaños, y de América. El sistema capitalista liberal surgido de la independencia de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa vino a cambiar todo eso. Un sistema que en España se fue introduciendo en constante lucha con el absolutismo desde las Cortes de Cádiz de 1812 y cristalizó finalmente en la Revolución Gloriosa de 1868 y en la I República (1873). Pero, ay, el liberalismo trajo también, asido a su gaznate, al movimiento obrero, los sindicatos y los partidos de izquierda, desde el Manifiesto Comunista de Carlos Marx (1848) y la creación del PSOE (1879), la UGT (1888) y la CNT (1910). Así que, para defenderse, los liberales, antes la izquierda del país, en defensa de la propiedad privada, se volvieron de derechas y simbolizaron su seguridad y continuidad histórica en la nueva monarquía parlamentaria que crearon. La misma de la que ahora, ya obsoleta, celebran a cañonazo limpio sus funerales. Y la mayor fortuna del reino, por cierto, en competencia con la autora de Harry Potter. De la alianza histórica del trono y el altar para la defensa de mutuos intereses terrenales, ya hablaré otro día.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios