Tribuna

Santos Agüera Pedrosa

El otro mundo de Bonet y López Cruces

09 de diciembre 2025 - 07:15

No soy especialista en reseñas y es la primera que hago. Por ello, disculpen los mil errores que seguro cometeré, pero he disfrutado tanto con esta obra que creo que se lo debo. La reseña es de la obra El otro mundo, de Enrique Bonet y Joaquín López Cruces, publicada por Astiberri hace apenas unos meses.

Conocí a Enrique Bonet en la firma de su cómic La araña del olvido, una historia que me encantó; del mismo modo, leí Sol poniente, de Joaquín López Cruces y Santiesteban, y me pareció una historia preciosa. Expongo esto porque la unión de estos dos autores ha dado un fruto magnífico.

El otro mundo nos sumerge en la España de techumbres de madera, caña y cal, en ese mundo hoy tan lejano de puchero y mula.

Los afables trazos, colores y líneas nos acompañan por las tortuosas y largas travesías de la Misión Pedagógica: el choque entre el mundo del puchero y la esperanza de una nueva luz en el horizonte. Emociona el detalle y el dibujo de la clase de don Felipe, esas antiguas aulas que levantan lágrimas en quienes se forjaron en ellas.

Los juegos y combinaciones de negros y blancos, el cuidado del color, la precisión de la pluma, la elegancia del dibujo, las magníficas transiciones a dos páginas y la destreza del cálamo dotan a los personajes de una psicología tan poderosa que parecen cobrar vida propia. Del mismo modo, el esmero en la composición de las viñetas logra un magnífico juego entre el presente y la memoria. Un excelente ejemplo de lo que expongo se manifiesta en la página 101, donde el juego de viñetas muestra de manera sublime las dos Españas en el preludio del golpe militar.

Es excelsa la narrativa de El otro mundo: cuida las transiciones del relato y realiza continuos chapuzones entre la España de viejas mujeres de negro y jóvenes modernas de pelo rojo; entre el cotilleo y la verdad; entre la fe y el conocimiento; entre lo inmóvil y la esperanza; entre el pañuelo en la cabeza y el pelo suelto; entre el ayer y el mañana.

Evidentemente, el pilar argumental son los viajes de la Misión Pedagógica a los pueblos y su labor. En los tres días de estancia que realiza en cada pueblo, el grupo que compone la Misión Pedagógica hace brotar la luz con el cinema, encandilando a todos los vecinos, como la primera vez que una persona ve el mar.

Bonet y López Cruces nos proyectan un mundo de ilustración que intenta alumbrar un abismo de oscuridad. Nos hacen salir del mar prebélico para enredarnos en las historias más humanas: el abuso del fuerte sobre el débil; las historias de vivos y muertos; las miserias y penurias; el poder de la mente para escapar del horror. Una forma aristotélica de conocer el mal para no olvidarlo, para no repetirlo.

Por defecto de oficio, permitidme recomendar la obra para 4.º de ESO y 1.º de Bachillerato, pues, de forma elegante y a través de una historia preciosa, introduce al lector en los pesares de unos tiempos tan lúgubres. Una manera de que el alumnado conozca historias pasadas para construir nuevos futuros.

Para finalizar, El otro mundo no es una historia oscura -quizás en mi teclado pueda parecerlo-; para mí es una narración sublime del choque de dos mundos. La obra relata la esperanza de todos aquellos maestros que quisieron llevar una gota de luz a los lugares más alejados de una España atrasada: el esfuerzo de romper, mediante el conocimiento, todas las cadenas de una pesada tradición.

En la obra caminan juntos vivos y muertos y, estoy seguro, todos esos maestros caminan junto a nosotros cada vez que iniciamos una clase.

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