Necrología de un emprendedor

26 de septiembre 2025 - 03:09

Recuerdo desde siempre, bueno, desde que tengo memoria, a mi paisano Evando Gil Viéitez. Vecinos ambos de Parderrubias, nos criamos juntos y prácticamente corrió pareja nuestra juventud hasta que, una vez terminada la mili, abandonamos nuestra patria chica para buscarnos la vida cada uno como Dios le diera a entender y adonde le deparase el destino. Y, miren por dónde, quiso el mío cruzarse de nuevo con el suyo treinta años después, cuando encontré trabajo en una antigua fábrica de cochones y almohadas, la cual no hacía ascos a contratar a cincuentones como yo. Como que, espoleada por el delirio pandémico y sobre todo por la Orden SND/422/2020 de 19 de mayo, adquirió maquinaria china, multiplicó por diez su plantilla y se puso a fabricar mascarillas quirúrgicas e higiénicas a revienta calderas, esto es, 24 horas al día, sin perdonar un domingo ni una fiesta de guardar. Evando era allí supervisor de planta, o sea, un encargadillo. Y en mi vida he visto otro peor: tan ordenancista tan tiquismiquis y tan tocapelotas como él. Si yo les contara.

Sabrán ustedes que no tardó el santo en ponerse de espaldas. Expirar la obligatoriedad de las mascarillas y ejecutar la empresa un ERE que nos plantó de patitas en la calle a 83 trabajadores todo fue uno. Mi paisano, el primero: Roma no paga a traidores. Y con todo, el caso es que, aunque peinara más canas que un servidor, Evando, en vez de tomarse el despido a la tremenda, bendijo su situación, que antes que de precariedad pareciole de oportunidad, e inició su apostolado de emprendedor. Comenzó a predicar la doctrina del self made men, según la cual el Capital encumbra o abisma a cada individuo en función de sus méritos y esfuerzos personales. Como quien lleva en la cartera una estampita de San Judas Tadeo, Evando llevaba en la suya una foto de Amancio Ortega. Se encomendaba al potentado gallego toda vez que emprendía una nueva aventura empresarial. Y, créanme, emprendió docenas, pero cada cual más desastrosa. Con decirles que trabajando de repartidor llegó a echar 15 horas al día, meando en una botella como forma de optimizar el rendimiento.

Lamento el deceso de mi querido paisano. Los operarios de la basura encontraron el cuerpo sin vida de Evando mugriento y desnutrido tirado entre dos contenedores. Se conoce que le sorprendió la Parca apañando materiales de reciclaje. Murió el pobre aun creyendo pertenecer a la clase media.

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