Juan Sánchez Miranda

Director de NOESSO (No Estás Solo/a)

El nuevo reglamento de extranjería: De la pesadilla al sueño

El nuevo reglamento de extranjería: De la pesadilla al sueño

El nuevo reglamento de extranjería: De la pesadilla al sueño

A mediados de los años 80, un recién licenciado salía de la Universidad convencido de que tenía ideas y remedio para todos los males. La realidad se encargaría de poner a aquel idealista rebelde en su sitio.

Cuando a mediados de los 80 inicié mi actividad profesional y tuve que empezar a poner a prueba mi convencimiento de que todos los males tienen remedio y que lo injusto había de ser denunciado y superado, encontré en la emigración de la zona del poniente un contexto en el que se puso a prueba al idealista rebelde que acababa de salir de la Universidad.

La primera constatación fue la de descubrir que había por entonces varios miles de personas que residían y trabajaban entre nosotros, casi exclusivamente hombres solos, y casi el 90% se encontraban en situación irregular, es decir, eran trabajadores fantasmas, al margen del estado, ajenos a de todo tipo de derechos.

Si damos un salto de 35 años, y nos fijamos en el momento actual, no podemos menos que ver con optimismo el camino recorrido. Se han producido varios procesos de regularización y se han abierto mecanismos para afrontar las irregularidades sobrevenidas, al calor de legislaciones restrictivas, que han tratado así de contener los flujos migratorios.

La cruda realidad de los países de origen y el sueño de encontrar una vida mejor en el nuestro, han actuado sumando fuerzas capaces de desbordar todos los diques de contención que se les han interpuesto, incluidas las machaconas noticias de naufragios con las que nos desayunamos tantos días.

Paralelamente, el crecimiento de nuestras explotaciones agrícolas y la necesidad de manos para sacar la faena adelante ha hecho que hoy la población emigrante constituya un recurso sin el que sería impensable la viabilidad de nuestros campos sin el concurso de estas decenas de miles de personas trabajadoras.

En este largo periodo recorrido hemos de felicitarnos como sociedad porque, a pesar de las contradicciones y trabas sociales y legales vividas, se han ido dando notables avances. El número de personas que hoy viven en situación de irregularidad es infinitamente menor, la presencia de familias ha sustituido aquella primera emigración de hombres solos, niños y niñas de origen emigrante venidos o nacidos entre nosotros comparten escuela con los hijos e hijas de españoles, en el tajo crece el número de quienes trabajan en pie de igualdad con el resto de trabajadores/as…

No se me escapa que sigue habiendo personas que malviven en asentamientos, en condiciones inhumanas, que hay quienes abusan de la fragilidad y necesidad de estas poblaciones emigradas, y hemos de reconocer que hay muchos aspectos de nuestra legislación que son causantes de muchas de las desigualdades e injusticias que siguen produciéndose.

Hace unos días que el BOE nos trajo la feliz noticia de la reforma del Reglamento de Extranjería que viene a modificar algunos de sus artículos más contradictorios e injustos, me refiero a aquellos que hacen referencia a las exigencias de los jóvenes extranjeros para poder obtener o renovar su estatus legal o conseguir un permiso de trabajo. Nos encontrábamos con el sinsentido de que el mismo Estado que forma y acompaña durante años a estos menores, que promueve programas de inserción social y laboral, es a la vez responsable de imponer requisitos que eran insalvables, y que estaban provocando que, muchos de ellos, cayeran en la irregularidad sobrevenida. Con una mano estábamos trabajando para promover su inserción social y con la otra estábamos empujando hacia la exclusión y la clandestinidad.

Santiago Yerga, compañero de fatigas en la red Acoge, hoy Director General de Migraciones, por fin ha logrado que la reforma del Reglamento de Extranjería salga del cajón de la mesa, en la que me consta que llevaba muchos meses, y haya encontrado el apoyo del Consejo de Ministros.

Gracias a esa reforma hoy estos menores emigrantes van a tener un poco más fácil superar los requisitos para poder regularizar su situación y obtener el “privilegio” de poder trabajar. ¿Qué otra salida razonable podíamos dar a los más de 16.000 chicos y chicas a los que las sucesivas sentencias del Supremo estaban abocando a la irregularidad y la exclusión?

Para los chicos de nuestro programa ALANDAR +18 este avance legislativo es la noticia más esperada, para este país y para nuestro continente europeo que se están haciendo viejos a pasos agigantados también es una buena oportunidad. Ver crecer con alegría y esperanza a estos muchachos que emigraron con el sueño de poder ayudar a sus familias con su trabajo es, sin duda alguna, el final o el comienzo que se merecen para verlo cumplido.

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