Palinodia de un rockero rebotado

12 de diciembre 2025 - 03:06

Qué perra se te ha metido a ti y al retablo carcomido de tu grupo de rock con lo de que uno regrese a los escenarios y se digne a contribuir «con tu música y con tu arte» en el homenaje ese a John Lennon que habéis organizado este viernes, chapando una semanita negra infestada de colegas a los que la Parca los ha quitado del tabaco relativamente jóvenes: Robe Iniesta, Jorge Martínez…! ¡Lo que os gusta subir ídolos a la peana! ¡Luego os reís de los palio-lovers semanasanteros que invaden las calles andaluzas en primavera! ¿Hacéis vosotros algo distinto? En el pico lleváis mi participación en el dichoso homenaje de marras. ¿Os habéis dado un golpe o qué? Pero ¿tú sabes lo que ha llovido desde que le di la jubilación anticipada a mis cuerdas vocales, propiné una patada al bajo y decidí colgar la chupa para los restos? Además, debes saber que me la trae floja y pendulona que el lunes hiciera 45 años de lo del asesinato del escarabajo inteligente. Siempre he dicho que entra en el precio de la fama la posibilidad de que un buen día a un mitómano se le fundan los plomos, eche mano a la pipa y te deje como un colador a las puertas de un humildísimo edificio departamental newyorkino como es El Dakota. Pero veo que la famosa frase de James Dean, «vive rápido, muere joven y deja un hermoso cadáver», la soltábamos de labios para afuera. Hasta los más satánicos no tienen prisa de mudarse a la calentita mansión de su jefe. Ahí tienes, por ejemplo, a sus Geriátricas Majestades, que prevén hacer una gira con sonda y andador por toda Europa el año que viene.

El hijo de mi madre decidió cortarse la coleta desde el momento en que descubrió que el rock es una corriente musical que prácticamente murió en el parto. La industria musical ha parasitado de tal modo todas las manifestaciones culturales del pueblo, que este es ya un cadáver andante. ¿Qué son ya sino mercancía fetiche y red de control social, las canciones que se idearon en principio para expresar en comunidad las calamidades de la vida, el trabajo esclavizador, las telúricas erupciones de amor carnal o los sueños abortados y día sí y otro también? La puñetera obsolescencia programada ha convertido en un suspiro consumista cantos en verdad destinados a perdurar en los corazones, las mentes y las generaciones futuras. Hubo un tiempo en que se podía crear algo auténtico, pero no hoy, cuando la garrapata es ya más grande que el perro.

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