¿Qué pasa en Ciudadanos?

Según sople el viento, el partido de Albert Rivera pasa de la esencia del liberalismo a la extrema derecha

Los debates mantenidos esta semana en la televisión por los candidatos de los principales partidos han revelado la enorme crisis que está atravesando Ciudadanos. Los regalos de libros, los portafotos, la mano tendida de Albert Rivera a un Pablo Casado que miraba para otro lado, el cordón sanitario que pone Ciudadanos al partido del Gobierno mientras pacta detrás de la cortina con Vox en Andalucía… son muestras evidentes de que el partido naranja está desquiciado.

La llamada 'derecha liberal' no tiene un proyecto político claro ni unos cuadros coherentes. Esto último es el resultado de que Cs conciba la política como un espectáculo y busque representantes como si fueran fichajes deportivos. A falta de ideología sólida, el único objetivo que les mueve es sentarse en un escaño.

Cs intenta parecerse al PP y el PP a Vox. Como resultado de este juego de máscaras, el partido de Rivera pasa, según sople el viento, de la esencia del liberalismo a la extrema derecha.

En temas de empleo, su propuesta de un contrato único lo único que fomentaría es el trabajo en precario. También han tenido la feliz idea de tratar a las mujeres como fábricas de niños para incrementar la natalidad y garantizar las pensiones. No contentos con esto, se erigen en los defensores de los herederos millonarios y defienden la eliminación del impuesto de sucesiones para los que más tienen. Y yo me pregunto: ¿En qué cree Ciudadanos? ¿Creen en la prestación de servicios públicos: servicios sociales, educación, sanidad, pensiones? ¿Saben que para que haya servicios públicos los ricos también tienen que pagar impuestos? Cuando en su eslogan dicen 'vamos, ciudadanos' me pregunto a dónde quieren llevarnos. Sin duda, a la ruptura de la protección social.

En el debate de Atresmedia, Rivera perdió los papeles, con el nerviosismo propio de quien vende humo. Estuvo faltón, interrumpiendo de forma continuada a todo el mundo, quizás para ocultar su falta de consistencia.

Parece que esta nueva política trae poco de novedoso. La disputa de Cs con el PP para dirigir la derecha empieza a ser cansina y poco atractiva para las personas que el 28 de abril tienen que decidir con su voto qué país quieren tener: uno en el que se mire por el interés de todos o el país de una élite representada por el trío de las derechas, que se pelean en público pero se adoran en privado.

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