Se avecinan semanas duras. No soy ningún augur ni he tenido una revelación, pero llevo diez meses trabajando a diario con los datos de la pandemia. Y visto lo que he visto esta Navidad, el resultado solo puede ser una nueva oleada a finales de enero.

Nos han dejado volver a viajar por toda Andalucía, trasnochar un poco más en Nochebuena y Nochevieja y reunirnos con familiares y allegados. Medidas deseadas y necesarias que, sin embargo, muchos han tomado con la ya tradicional irresponsabilidad que marca las actuaciones de algunos (no tan pocos como nos quieren hacer creer). He visto en redes sociales cenas con más de una decena de comensales, reuniones de amigos sin mascarillas (hoy con unos y mañana con otros). Fiestas clandestinas hasta altas horas (más cerca de lo que creemos, o eso me dicen aunque no he podido demostrarlo). El colmo de nuestra estupidez lo vi el 28 de diciembre: una inocentada en la que un joven simulaba estar ingresado con COVID-19. En fin, que poco nos pasa para lo que nos merecemos. Ojalá me equivoque. Lo veremos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios