El pensamiento de la pantalla

08 de octubre 2025 - 03:08

Ya en los años setenta, se conocía, por diversos estudios psicológicos, la influencia del cine o televisión sobre la actividad mental. Según éstos, la mente humana en sus diversas actividades posee una fluctuación variable, con éxtasis agudas, cuando el trabajo cerebral llegaba hasta su máxima capacidad, o llanos tranquilos, en los momentos de cese de la actividad intelectiva, cuando se ha pasado del estado activo al pasivo. Si el pensamiento penetra en los campos de la imaginación, o se enfrasca en las profundidades de la creación, o reflexión, cabalga desbocado, enriqueciendo sus conectividades, modulando su consciencia, adquiriendo un criterio personal sobre aquello que percibe, o conoce.

Según los estudios citados, en el periodo durante el cual el sujeto permanece ante la pantalla, disminuye su actividad mental, pasando a un estado pasivo. Recibe información, la va acumulando, no se esfuerza, manteniéndose aletargado. Esta información va siendo guardada, lo más espectacular y brillante, en la memoria, y el resto llena el recuerdo emocional, el subconsciente del individuo, permaneciendo en la biblioteca de sus profundidades, para contrastar los rayos del pensamiento que quieren buscar un interpretación moral, e incluso descriptiva, de la realidad externa.

Si esto sucedía con el cine y televisión, cuyos periodos de exposición eran discontinuos, que será en los días actuales con las pantallas del móvil o tablet. Permanentes, compañeros y siempre presentes. Los niños desde su estadíos de bebes ya precisan de su asistencia.

¿Qué está provocando el abuso actual de las tecnologías visuales lúdicas y de información? Se observa un aumento de infantes que necesitan atención psicológica, sea por presentar problemas de comunicación, atención o cognitivos.

Hace más de una década, cuando le preguntaba a niños de cinco, o seis años, que se inventaran el nombre del personaje del cuento, el de su pareja, si tenía hijos, sus nombres, descripción, e incluso del paisaje, lo sabían responder. Hoy día son pocos los que pueden hacerlo.

Las pantallas atrofian la imaginación, creatividad, el esfuerzo reflexivo, así como el intelectual, percibiéndose sólo la imagen ofrecida. Durante su uso la mente no piensa solo consume. La atención se convierte en fugaz. La reflexión, el pensamiento que lleva al criterio personal, se evapora, para ser sustituido por ideas recibidas desde la tecnología.

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