Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Hoy hace veintiseis años que nos dejó. El 25 de noviembre de 1999 se produjo el éxitus. “Quisiera morirme un día /en que ya esté casi muerto / de pura melancolía”.
Mi cercanía como lector, al poeta-rapsoda, no podía pasar por alto este recordatorio. Al lector ha de resultarle altamente gratificante, sorpresivo y gozoso, penetrar, a corazón abierto, en la poesía elemental, estremecida y cercana de este apasionado trovador. Un auténtico y cabal intérprete de la poesía hispana, con voz propia, original, dentro de la lírica neopopular española, con un espléndido colorido, sonoridad y sentimiento.
¡¡Qué maravilla!! ¡¡Qué forma de declamar!! No ha habido, ni habrá, un autor capaz de recitar sus propios versos como él lo hacía.
Un algo del poema antiguo sabrá embrujar el breve minuto dedicado a su lectura: “Mira si soy desprendío / que ayer, al pasar el puente, / tiré tu cariño al río”.
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