Un relato woke de la extrema izquierda
Un poeta maldito
Uno de los poetas del siglo XX más extraños, pero a la vez muy valorados por la crítica literaria, es Georg Trakl, Salzburgo 1887-Cracovia 1914.
La obra de Tralk fue escasa, publicó su primer libro en 1913, en el que recopilaba su producción lírica, el segundo de forma póstuma, a pesar de lo cual sus poemas significaron una renovación de la poesía germana. Más tarde aparecieron su obras completas.
Sus versos eran herederos del romanticismo, moldeados por este autor en una forma descarnada de expresión intensa, en cuyo juego de palabras organizaba un simbolismo de ideas, reflejo del desarraigo espiritual del nuevo hombre contemporáneo, perdido en el reluciente mundo industrial, sometido a la producción, al imperio de la máquina, sostenido en valores huecos, extraídos de la tradición, pero marchitados en su realidad significativa.
Preludiaba el fin del individuo, el dominio del terror, la guerra industrial, la pérdida del humanismo.
A pesar de ser considerado un poeta que renegaba de la religión, existía en su obra reflejos de una conciencia atormentada por el pecado irredento, pulsión ante la cual sucumbía, pero que rechazaba en su más honda conciencia, sumiéndolo en el abismo de la desesperación. La vida era para él un recorrido solitario, sin esperanzas, huérfana de Dios, mas sospechaba su huella.
La infancia constituyó en su pensamiento una etapa feliz, inocente, siendo su salida el hundimiento hacia el fondo oscuro de la existencia.
Buscó refugio en el mundo rural, espacio aún no contaminado por la técnica, escondiéndose en los rincones tenebrosos de la realidad. En su obra, la noche, el otoño, el canto de la corneja, la luz plateada de la Luna, unida a un lenguaje cromático, constituyen el escenario en el que desarrolla su poesía. En ella organiza las palabras de forma directa, precisa, describiendo el escenario, rotundamente, en cuya proyección el lenguaje se transforma en imágenes sensibles, generando su sonido un efecto de sensaciones conjugadas, consiguiendo penetrar más allá de la misteriosa escena, para descubrir la tramoya que sustenta la realidad. Juega con símbolos, siendo recurrente la presencia de la hermana, dolor permanente, obsesión que lo domina.
El peso de su pena, y su desarraigo social, llevó a convertir a este personaje en un adicto a los estupefacientes y alcohol.
Murió de sobredosis, ante el horror de la barbarie observada en el frente de batalla, dejando escrito “Sebastián en sueños” como obra poética en la que refleja la decadencia de la civilización occidental.
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