últimamente la política, aunque este dentro de la legalidad, sorprende con sus decisiones, donde enfrenta, no solo a la sociedad, instituciones y poder judicial; donde la figura humana parece estar por encima de códigos y leyes, y ¿quizás a los veintisiete países que forma la Unión Europea habría que despojarlos de la palabra "Unión"?, buen ejemplo de ello nos lo ha dado la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, donde critica la actuación judicial frente al Proces, alineándose con las tesis independentistas y abogando por el indulto para los condenados; asi como, los delitos de sedición que impuso el Alto Tribunal, texto que acto seguido fue apoyado por los socialistas y liberales y criticado por los populares que afirmaban que aprobar ese informe sería crear un gran grave problema. Dicho esto, tal como dije en mi anterior artículo sobre los once intentos de una Cataluña independiente, paso a narrar los episodios tercero y cuarto: Sera la guerra de los Treinta Años y la presencia en Cataluña de las tropas reales, las que con motivo de una serie de campañas contra Francia, fuesen el detonante que provoco los episodios del Corpus de Sangre de siete de junio de 1640; esta contienda dio origen a la guerra de Cataluña durante el periodo de 1640 a 1652, donde Cataluña radicalizada contra el monarca Felipe IV y más concretamente contra su valido, el Conde Duque de Olivares provocaron también conflictos del país vecino; en este periodo Cataluña paso a depender de Francia, enfeudándose en la Corona de Luis XIII, a quien se le otorgo el condado de Barcelona y paradójicamente suscito mucho más odio que al propio Felipe IV. Posteriormente en 1705, después de haber entrado triunfante el nieto de Luis XIV (Felipe V) en Barcelona, donde fue recibido con todos los honores, como rey de España, pero debido a un cambio de posicionamiento de la ciudad condal, adscrita la Generalidad a la causa del Archiduque Carlos de Austria, provoco una guerra dinástica que desemboco en una guerra civil contra Felipe V que duro nueve años. Pero una vez más el final no fue el que se esperaba, donde los países aliados de esta causa (Inglaterra, Holanda y Austriacos), abandonaron a su suerte a los rebeldes catalanes al firmar sin contar con ellos el Tratado de Utrecht. Toda esta contienda termino en 1714, donde doblegada la resistencia catalana se suspendieron todas las libertades institucionales como fue la Generalitat y el Consejo de Ciento, pasando a introducirse un régimen común en toda España que fueron los Decretos de Nueva Planta.

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