
Paseo Abajo
Juan Torrijos
¡Ser de luz!
LA propaganda, a veces, la carga el diablo. El Gobierno de España lanzó una campaña para defender los productos españoles de los aranceles decretados por Donald Trump que, al verla u oírla en los medios audiovisuales, es capaz de provocar hilaridad. “Esto es España. (...) Un país que produce, que investiga, que cultiva, que fabrica. Un país que no se para. Y que no se va a parar por muchos obstáculos que nos encontremos”. Apenas unas jornadas después de lanzar el anuncio, España (y Portugal de propina) quedó totalmente paralizada por un apagón masivo del que, más de dos semanas después, aún no sabemos la causa. ¡Y siguen emitiendo el anuncio! No se ría: son los hechos. Desde entonces, el Ejecutivo vive para darle patadas al balón y alejar lo más posible el momento de saber qué ocurrió de verdad en el desastre nunca visto en el sistema eléctrico peninsular.
La vicepresidenta tercera del Gobierno nos ha avanzado esta semana en el Congreso de los Diputados que las tres desconexiones por sobretensión se produjeron en tres subestaciones localizadas en Granada, Badajoz y Sevilla. El orden aquí cuenta porque responde a una secuencia que duró escasos segundos. Detrás de éstas, se cayó entero el sistema. Sabemos dónde empezó a desconectarse el sistema, para protegerse y no crear un daño mayor que dejara al país sin generación eléctrica mucho más de 18 horas, pero nada sabemos del porqué. Y tardaremos en saberlo, si alguna vez lo sabemos.
Lo que sí conocemos es que Red Eléctrica, que se apresuró a decir tras escuchar a la ministra que esas desconexiones no están en la red de transporte de la que es responsable, ha cambiado el mix eléctrico desde el 28 de abril: ha elevado la generación firme, con suficiente inercia para evitar que el sistema vuelva a caerse. Básicamente aumentando la producción con centrales de ciclo combinado de gas. El dato es muy relevante: indicador de por dónde van los tiros.
Mientras el Gobierno está centrado en echar balones fuera, los problemas se le acumulan, especialmente en el frente judicial ligado a prácticas supuestamente corruptas del entorno de Pedro Sánchez. Y aderezado con la amenaza velada que suponen los mensajes –por ahora sin relevancia penal– que José Luis Ábalos autorizó difundir. A perro flaco todo son pulgas.
Y encima la misma propaganda insiste en provocar carcajadas: “nuestros valores no están en venta"... dice después de haber cedido una amnistía y modificado el Código Penal ad hoc para beneficio unos sediciosos enemigos de España. ¡No se ría, por favor!
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