Luis Ibáñez Luque

Reducción al absurdo

14 de febrero 2025 - 03:08

Para un matemático el universo entero puede explicarse a partir de relaciones numéricas, proporciones, geometría, fórmulas, teoremas… Imaginemos un mundo dominado por los matemáticos donde solo se tuvieran en cuenta los algoritmos. La doctrina sería no tener en cuenta nada que no se pudiera explicar con números. Para la química, sin embargo, todo lo relevante son los elementos, los átomos, las moléculas, etc. En un mundo de fantasía química, lo importante sería qué sustancia debemos introducir o crear ahora, qué reacción química provocar y asuntos por el estilo. En las ciencias humanas, ocurriría exactamente igual. Para la sociología lo importante es el comportamiento de las sociedades. Imaginemos el extremo de un mundo donde el individuo no se tuviera en cuenta en absoluto, un mundo en el que la voluntad de las personas se anulara por completo. Absurdo, ¿verdad? Obviamente, ninguna de estas ciencias plantea tal cosa.

Ahora imaginemos que una cohorte de personas que se hacen llamar «psicólogos» (muchos, sin título de psicología, por cierto) venden libros, dan conferencias, aparecen en televisión, cobran cachés estratosféricos… y su mensaje se reduce a decir que todo depende del individuo. Las personas felices, afirman, lo son por su manera de afrontar los problemas. Las personas que no lo son, se debe a que no saben cómo afrontarlos. El individuo feliz lo es porque su cuerpo segrega determinadas sustancias y tiene que hacer cosas para que su cerebro las segregue. El infeliz, en cambio, lo es porque ha decidido no hacer esas cosas. Resultaría surrealista si no fuera porque es real. Está pasando… Y de paso, el neoliberalismo se frota las manos. Mientras las personas piensen que su felicidad solo depende de sí mismas, menos se preocuparán por cambiar todo tipo de condicionantes: los salarios, la economía, las condiciones laborales, la distribución de la riqueza, la vivienda, el acceso al ocio y la cultura… Las matemáticas tienen razón, como la tiene la física, la sociología y la psicología. El problema viene cuando intentamos explicar la realidad (multidimensional, compleja, interconectada) con un solo punto de vista. El problema también es cuando las grandes fortunas, la clase dirigente y la macroeconomía se preocupan por potenciar especialmente una ciencia (o pseudociencia) como explicación de la naturaleza humana. Solo esto ya debería hacernos sospechar.

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