Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Pedro de Valdivia (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1497- Tucapel, Chile, 25 de diciembre de 1553) fundó la ciudad de Santiago de Chile el 12 de febrero de 1541 en el Valle del río Mapocho. Lugar de gran valor estratégico, no sólo desde el punto de vista geográfico, también por su densidad de población y riqueza agrícola. El Acta de Fundación se conserva en el Archivo Nacional de Chile. Recibió el nombre de Santiago del Nuevo Extremo en honor del apóstol Santiago, Patrón de España y de la Hispanidad. El 25 de julio es el día de su conmemoración. Como la vida está llena de contrastes y paradojas, hete aquí que la capital de Chile ha sido el lugar de reunión escogido por los pentasátrapas del socialcomunismo del siglo XXI. Detalle para tener en cuenta; el 16 de noviembre se celebran las elecciones presidenciales en Chile. Cinco impresentables. Boric, Lula, Petro, Orsi y Sánchez. Apoyados por sus conmilitones del Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla. Canel, Maduro, Ortega, Morales, Sheinbaum y Xiomara Castro. Desde su arresto domiciliario, Cristina Kirchner y los dolientes peronistas de Argentina. Reunidos y en exhibición bajo el título “Democracia siempre”. Quinta esencia del cinismo y la hipocresía. Su amoralidad no tiene límites. En realidad su lema es “Nuestra tiranía por siempre”. Con el común denominador de destruir y saquear cada Nación que cae en sus garras. Corrupción. Dividir, enfrentar y esquilmar a los ciudadanos, las sociedades que forman y todas las instituciones de educación, justicia y gobierno. Terror fiscal. Impuestos demenciales. Subvenciones y sometimiento. Su carísima propaganda lleva desde 1990 vendiendo el término “progresismo”. Se usa para camuflar el comunismo. Totalitarismo que asola todo lo que toca desde que la doctrina de Marx, Lenin, Stalin y Antonio Gramsci se emplea para apoderarse del poder y la política mediante el control de la educación y la cultura. El socialcomunismo fracasa porque niega la naturaleza humana y actúa contra la condición humana. Infunden el miedo a la libertad. A la responsabilidad sobre nuestras decisiones, la duda razonable, el valor del conocimiento y la igualdad ante la justicia de todos los ciudadanos. Para el socialcomunismo, la miseria intelectual y material son herramientas para nunca perder el poder. Por eso necesitan ahogarnos en envidia y resentimiento. Y falsificar la historia.
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