El silencio

La noche del domingo España volvió a hablar, lenta y pausada, a lo largo de horas que me parecieron de piedra

25 de julio 2023 - 00:00

E L ruido de navajas que la derecha llevaba dentro en la campaña electoral ha inquietado a más de la mitad de los españoles y ha impedido el esperado triunfo de las derechas. Emboscados en la mentira y la infamia han trabajado una campaña electoral con el afán de colar su reaccionarismo ideológico en la vida común de las personas. Pero los desmadres de los gobiernos de PP yVOX sellados en Castilla y León, Extremadura o Valencia han alertado y movilizado a los españoles, advirtiendo que este país es más plural y diverso de lo que ellos piensan.

El resultado electoral, desgranado en la noche del pasado domingo, fue una forma de audacia ciudadana que ha hecho posible que no pasaran aquellos que venían reivindicando con mirada de acero el espíritu del pasado, convirtiendo la ultraderecha en material fungible, metáfora de un tiempo construido sobre la ensoñación del pasado. Este país puede seguir soñando, de momento.

Tienen derecho a seguir soñando los que provenían de la resistencia y el miedo, de aquella resistencia amedrentada y silenciosa, del tedio, del panfleto y pintada clandestina, de bostezo y conspiraciones inútiles, de la vietnamita escondida, del cine censurado, de los ducados y los celtas. Tienen derecho hoy los que trabajan duro para impedir la revolución que han emprendido los reaccionarios; tienen derechos las mujeres a ser soberanas en las decisiones reproductivas. Y tienen derecho quienes nos alertan contra los mensajes que calan y se ceban en enemigos a los que atacar, porque no hay que dar las libertades por garantizadas.

La noche del domingo España volvió a hablar, lenta y pausada, a lo largo de horas que me parecieron de piedra. El voto ciudadano, que está amasado con esperanzas y sueños, impuso el silencio a unas derechas que se proclamaban héroes de una contienda frente al progresismo. En tres horas se despejaban las nieblas espesas de los legionarios del dogma y se imponía el silencio a tanta soberbia, ahora en ese profundo pozo del olvido donde van a parar los vencidos.

Eduardo Galeano escribió que los griegos pensaban que la memoria es hermana del tiempo y de la mar, y no se equivocaron. Así trabaja el destino. Y es probable que así lo interpretaran los simpatizantes del PP bajo el balcón de Génova ante el silencio gélido de alguna voz amiga que gritara: “¡Feijóo, Feijó!”

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