La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
Teniendo a la vista el epílogo del verano que termina el 23 de este septiembre, recuerdo cuando tuve que bajar del altillo del armario empotrado la caja con el sombrero Panamá. Este sombrero no es un sombrero cualquiera. No. Además, no es un simple accesorio, es una joya artesanal que tiene el honor de tener la calificación de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, concedido por la Unesco en 2012, por su método artesanal de elaboración. Además, fue reconocido por los “procedimientos y técnicas artesanales de obtención de fibras vegetales para talcos, pintas y crinejas del ‘sombrero pintao’”. Es elaborado completamente a mano con fibras y tintas naturales, utilizando cinco clases de plantas y barro. Los artesanos cultivan las plantas, trabajan las materias primas, trenzan las fibras y confeccionan con ellas este sombrero, que forma parte de la indumentaria de todas las regiones del país, destacó la Unesco.
Ernest Hemingway, Michael Douglas, Winston Churchill, Pierce Brosnan, Sean Connery y un largo etcétera de famosos del cine, la literatura, de la farándula, los celebrity y los llamados bon vivant son portadores de tan insigne complemento que por lo de atrás que viene, no tiene previsto pasar de moda y además, siempre nos dará un aire distinguido y señorial, aunque la indumentaria que portemos sea sport, casual o “arreglado desenfadado”.
El modelo icónico “Fedora”, es mi preferido y fue el sombrero del cine de los años 40 y hoy sigue siendo el más vendido. Recibe diferentes nombres según el ancho de ala y copa. Destaca por su gran versatilidad a la hora de elegir la indumentaria. A los que el ala ancha del Fedora no les convenza, el Havana Fedora puede ser una interesante alternativa. De línea parecida, en su copa no se forma la clásica forma de isla y los ángulos están menos marcados, resultando más naturales. Su ala es más corta, lo que lo hace más juvenil y es sencillo personalizarlo con la cinta del color preferido. La calidad de uno y de otro se mide por la finura de la hebra que es de paja toquilla, con la que se teje, que el artesano va dividiendo de una en una con la uña. Cuanto más fino es el tejido mayor es el tiempo de fabricación y el precio. Para no estropear esta joya hay que limpiarlo con “una toallita de bebé o una goma de borrar” y cogerlo siempre del ala. Dentro de unos días, a guardarlo de nuevo.
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