La esquina
José Aguilar
Por qué Sánchez demora su caída
EN el coro de la catedral de Toledo, situado en el centro del templo y articulado en doble altura, su sillería baja contiene cincuenta asientos, y en cada uno de los respaldos, y cuatro más en las esquinas, se representan episodios de la guerra de Granada. La disposición de las plazas tomadas por los Reyes Católicos se distribuye en los tres frentes de la sillería, constituyendo una crónica de la contienda que duró diez años (1482-1492) y que, en términos del historiador Ladero Quesada, «fue un suceso central y singularmente denso en su valor explicativo, dentro del conjunto de la historia hispánica, y fue la parte más rica del legado que, conscientemente, quiso dejar la época de los Reyes Católicos a su posteridad». Estos episodios de la guerra de Granada comienzan en el testero del coro del arzobispo y del fondo hacia el altar mayor con el tablero que se supone Granada. La importancia concedida a la toma de Almería se refleja en la dedicación de tres relieves: Preliminares de la entrega, Rendición y Entrada de los Reyes, que la destacan entre el resto, junto a la toma de Málaga, acreedora también de tres relieves.
Otro de los relieves es el dedicado a la toma de Alhama, que es sin duda uno de los hitos más gloriosos que jalonan la guerra de Granada. Esta acción militar, verdadero golpe de audacia, tuvo lugar el 28 de febrero de 1482 como represalia por la toma de Zahara por los musulmanes en diciembre de 1481, y donde estos pasaron a cuchillo a la mayor parte de la población. Alhama se hallaba en el interior del territorio enemigo, fortificada en una elevación y rodeada por un rio. Al mando del Marqués de Cádiz, unos 2.500 jinetes y 3.000 peones penetraron en territorio enemigo, marchando de noche y ocultándose de día, alcanzando las inmediaciones de Alhama en la madrugada de la tercera noche de marcha. Precedía a las tropas Juan Ortega de Prado que al frente de un puñado de peones colocaron escalas para trepar al muro principal de la fortaleza, entrando en la misma y abriendo las puertas por donde penetraron el grueso de las fuerzas.
Frente a los que aconsejaban abandonar la ciudad una vez cogido el mayor botín posible, el Marqués de Cádiz tomó la decisión de defenderla a toda costa, con lo que Alhama se convertiría en un enclave cristiano en una privilegiada situación de avanzadilla en tierras granadinas, cortando el camino directo de Granada a Málaga. Ya no se trataba de una ciudad fronteriza que se agregaba a Castilla sin más que una leve rectificación de fronteras fácil de aceptar. Por su situación y proximidad a la capital granadina, Alhama se convertiría en el símbolo de la nueva estrategia de los Reyes Católicos basada en la conquista metódica de las fortalezas enemigas, evitando las batallas campales y la importancia de las cabalgadas, respondiendo con ello al sentido último de la guerra: lograr la rendición definitiva del reino granadino, no de forzar el pago de tributos o reducir sus límites territoriales.
Su política de contención en la península italiana y sur de Francia les permitiría volcar todo el esfuerzo en el objetivo prioritario: finalizar la Reconquista. Con la toma de Alhama, seguido de los avances primero desde el frente occidental y después desde el oriental con el cierre a la posible ayuda desde África por Almería, terminarían por ahogar a Granada.
La Doctrina actual de Empleo de las Fuerzas Terrestres Españolas define las Operaciones en profundidad como aquellas ejecutadas a gran profundidad en terreno controlado por el enemigo con la finalidad de localizarlo, fijarlo, neutralizarlo o destruirlo manteniéndolo alejado de sus objetivos, limitando su libertad de acción, creando condiciones favorables para las operaciones próximas o incluso obteniendo un efecto decisivo sobre su voluntad de vencer, o capacidad de combate. Algo más de 500 años antes, Alhama fue un ejemplo de Operación en profundidad. Su toma surgida como represalia a la de Zahara por el enemigo y la decisión posterior de defenderla a toda costa condicionó el desarrollo de la guerra, y aunque los cristianos tuvieron que hacer ímprobos esfuerzos para asegurar su defensa y abastecimiento, su determinación fue un claro ejemplo de voluntad de vencer y una prueba del cambio estratégico en su política.
Decía Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán" (1453-1515), que: "Saber en la guerra, conocer la ocasión y tomarla, aprovecha más que ninguna otra cosa."
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